El Jhonny nunca quiso oír lo que le decían. Era llevado a sus ideas y como querido líder de su pasaje, le gustaba que todos los demás lo siguieran. Cuando cabro chico las niñas se le tiraban al cogote, cuando crecieron se le tiraban a otras partes, pero bueno, todo cambió cuando llegaron los vecinos de atrás. Ahí el Jhonny comenzó a vender “paquetitos”, así luego de un tiempo, mandaba a otros a venderlos. Un día se creyó cowboy y se fue de tres tunazos en la cabeza. Pobre cabro leso, nunca entendió. Está solo. Mañana, dicen, lo desconectan.
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