domingo, 29 de noviembre de 2009
Cristiana - Saturnino Rodríguez Riverón
Una señora flaquísima como espiga que avienta el aire, con un cuello de jirafa inquiridora y huesos terminales en un esqueleto a punto de desplomarse, asiste a la iglesia los sábados por la tarde, los domingos en la mañana, en las fiestas de guardar, muy preocupada en salvar su alma, porque sabe ciertamente que a su cuerpo se lo ha llevado el diablo. Casi a diario asiste a la iglesia, la morada de Dios, a sabiendas que el propietario no está en el hogar. Por eso es puntual. Si Dios estuviera verdaderamente en casa, le rebanaría la cabeza de un tajo a la hipócrita, sólo por pretenderse más cristiana que el propio Cristo.
El juego - Carlos Feinstein
Me atacó con piedras, me defendí con lanzas y flechas, pero usó cañones y contesté con artillería pesada, me envió tanques y los destruí con mi aviones de combate. Mis portaviones tuvieron la supremacía hasta que desplegó sus submarinos.
El valor y el precio – Sergio Gaut vel Hartman
viernes, 27 de noviembre de 2009
Sansona - Lilian Elphick
Marimacho -gritó, con baba entre los dientes, cogiendo la trenza y devorándola.
En aquellos días de lluvia, me lavaba el pelo con cicuta, para no andar aleonada.
Tomado de: http://lilielphick.wordpress.com/
Espejo sin salida – Héctor Ranea
Terminaremos por encontrarnos, para clavarme ella el puñal en una arteria y yo para escapar mirándome al espejo aunque sepa que ya todo es inútil. Ha matado mi imagen, ahora viene por mí.
No entiendes - Alejandro Ramírez Giraldo
Tomado del blog: http://cuentominicuento.blogspot.com/
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
Agonía del parto - Saturnino Rodríguez Riverón
jueves, 26 de noviembre de 2009
Instrucciones para mi entierro - Jordi Cebrián
No habrá oraciones en mi entierro, sólo los salmos antiguos que adjunto a esta carta. No habrá plegarias, pero podrán venir los reyes y los sacerdotes a llorar por mi. Quiero un panteón de mármol, sin imágenes ni inscripciones, con mi tumba en el centro. Quiero canciones cuando llegue el invierno. Quiero olor de incienso, con aroma de almizcle. Quiero trece velas a mi alrededor, siempre ardiendo. Quiero las más hermosas doncellas del templo velen mi féretro, que se turnen para que en mi panteón siempre haya alguna virgen. Y la tapa debe abrirse desde dentro, para cuando tenga hambre.
Una vida normal - Alejandro Ramírez Giraldo
Aquella fórmula ritual de todas las nupcias hasta que la muerte los separe es falsa... al menos en el caso de los dos ancianos que habitan en la casa antigua y derruida. Aun después de morir, estos dos ancianos se esfuerzan por llevar una vida normal y rutinaria, ajena al ruido y boato exterior.
En este momento las dos sombras cenan en silencio y discuten, sin furor, por el exceso de aliños en la sopa.
Tomado del blog: http://cuentominicuento.blogspot.com/
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
Invasión inesperada – Sergio Gaut vel Hartman
Errores informáticos - Jordi Cebrián
Algo se estropeo en el ordenador central, y la realidad empezó a resquebrajarse. La gente dejó de temer a las verdades, ya no se conformaban con mentiras nuevas, aunque se las explicaran con convicción y carisma. Desaparecieron banderas y totems, y el mundo buscó caminos nuevos, alejados de dioses y promesas póstumas. Los puritanos dejaron de reconcomerse por la felicidad ajena, y los sacerdotes confesaron sus mentiras. Se dejaba crecer a los niños aprendiendo de la libertad y el miedo. Hasta que los técnicos corrigieron el error, recuperaron el estado anterior, y todo fue de nuevo como debe ser.
sábado, 21 de noviembre de 2009
Atajo - Héctor Ranea
Tris tras - José Luis Vasconcelos
Culpable - Oriana Pickmann
Panes y peces – Sergio Gaut vel Hartman
Cita – Joe Hell
A pesar de eso, aminoro la marcha y espero que el semáforo cambie a rojo para cruzar.
Del otro lado de la calle, un viejo cae hacia adelante.
Un cuervo grazna.
Un auto le pasa por encima sin detenerse.
No está más…
Parpadeo.
Ahí donde el cuerpo del viejo yacía hace un instante se yergue una mujer.
Aunque es magnífica, me produce un intenso malestar y deseo apartar los ojos de ella, pero no logro hacerlo… Mi corazón y mi alma me ruegan que huya, pero mis piernas rehúsan moverse.
Comprendo a mi pesar quién es ella… O mejor dicho qué es…
Avanza hacia mí, me hace un guiño.
Cuando pasa a mi lado, una voz extrañamente dulce resuena en mi cabeza.
Ella dice: “Hasta pronto”.
Título original: Rendez-vous
Traducción del francés: Olga Appiani de Linares
jueves, 19 de noviembre de 2009
La Guerra Divina (Deserción) - Sarko Medina Hinojosa
El ojo y las narices — Saturnino Rodríguez Riverón
Literaturas - Mónica Sánchez Escuer
Nocturno de pasión - Antonio Cruz
Sospecha que su desfachatada elegancia ha hecho lo suyo. Es audaz y se sabe atractivo.
Camina hacia su camarín divertido y ansioso. Tiene la certeza de que en un rato ella gemirá en sus brazos.
Despierta atormentado por un frío espantoso. Algo lacera sus entrañas. Las sábanas están viscosas. Prende la luz y las ve teñidas de rojo.
Imagina el último acto de alguna de sus tragedias.
La pelirroja ya no está en escena.
martes, 17 de noviembre de 2009
Picegamorti — Jess Kaan
Estado: contaminado
Objeto intervención: fallo personal androide
Modelo: Melchor 732LSI – Limpiador de sitios infectados
N°458-908
Puesta en servicio: 14/05/2014
Participante: Andrel N’goma
Estado: detenido
Transcripción de la intervención
—Melchor sentado en el parque Lazienki cerca de amasijo de cadáveres… Pedida autentificación: sin respuesta… Verificación habitual: Melchor operativo, ni problema de sistema ni mecánico detectados… Reinicialización del androide… Reboot del sistema. Sin respuesta.
—Buscar huellas de afecciones en el androide.
—Ninguna. Pedida retirada de la zona. Teme hostiles.
—Continuar investigaciones. Verificar memoria visual Melchor.
—Examen pendiente. Imágenes incoherentes.
—Aclare.
—Hombres y mujeres de otro siglo. Máscaras de pájaros de largos picos. ¿Venecia? Muchos muertos. ¿Peste? Despertar Melchor. Mensaje incoherente.
—Aclare.
—Maldito. Empezar de nuevo mismo trabajo. Recoger cadáveres y observar vacuidad humana. Demostrar potencia divina.
—Desconectar Melchor inmediatamente.
—Melchor autónomo. Melchor hostil. Desgarrón combinación.
(Fin transmisión).
Traducción del francés: Jacques Fuentealba
¿Era un sueño? - Alejandro Ramírez Giraldo
publicado en el blog: http://cuentominicuento.blogspot.com/
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
Para no leer biografías - Saturnino Rodríguez Riverón
Los planetas - Sergio Gaut vel Hartman
Cuando Holtz compuso la suite orquestal "Los planetas" no imaginó que su música terminaría usándose como fondo musical de un reality show. Tampoco pensó que ocurrirían varias catástrofes encadenadas. Mercurio empezó a trabajar como analista económico de un programa de TV por cable, Venus hizo el baile del caño para deleite de millones de babosos, a Marte lo contrataron como mercenario para pelear en Afghanistán y Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno se enfrentaron todos contra todos en "Lucha libre a muerte". Plutón, que a poco de ser descubierto intentó convencer al compositor para que lo agregara y, luego de la muerte de este, habló con Ligeti para que escribiera una pieza acorde, acabó suicidándose, perdida toda esperanza de ser reconocido en el universo musical.
Manos voladoras – Héctor Ranea
Estaba tan enguantada que apenas podía vérsele la piel blanquísima. La adivinaba desnuda debajo de esa leve piel de serpiente con que tapaba su ser de mi vista. No de la mía, porque ni me adivinaba espiando detrás de la puerta del piringundín al que no podía entrar por ser aún menor. No sólo recuerdo lo que imaginaba, sino sus manos, lo único visible de ella, además de los labios y los ojos. Las movía mientras cantaba esos tangos, las hacía parecer manos que me alcanzaban cada rincón del cuerpo. A pesar del helado aire que llegaba en las noches de primavera, me calentaba con sus manos. Esas manos voladoras, en las que abrigaba las letras de algún tango que cuya poesía por entonces no comprendía y que ahora he olvidado.
domingo, 15 de noviembre de 2009
El pozo - Luis María Díez
Historia de Cecilia - Cicerón
Tranvía - Andrea Bocconi
Amor a la literatura - Luis Hervás Rodrigo
El negador de milagros - Anónimo
Chu Fu Tze, negador de milagros, había muerto; lo velaba su yerno. Al amanecer, el ataúd se elevó y quedó suspendido en el aire, a dos cuartas del suelo. El piadoso yerno se horrorizó. "Oh, venerado suegro", suplicó "no destruyas mi fe de que son imposibles los milagros". El ataúd, entonces, descendió lentamente, y el yerno recuperó la fe.
Citado por Giles en Confucianism and its Rivaís, Lecture VIII, 1915
viernes, 13 de noviembre de 2009
Miedo — Antonio Cruz
“El viento aúlla inmisericorde”.
“Una puerta cruje lastimera”.
“Se oyen pasos en la sala”.
Por enésima vez, el escritor retira la hoja de la máquina de escribir y la arroja al cesto con un gesto de fastidio.
En definitiva, esta noche tampoco podrá inventar el miedo
Receta contra el insomnio - Saturnino Rodríguez Riverón
Para combatir el insomnio le recomendaron contar ovejas. Y así lo hizo. Llegada la noche, se tira en la cama. Una, dos, tres ovejas. Cuatro, veinte, ochocientas, mil. Después de la mil, saltaba la oveja negra. Detrás de la oveja negra venía el lobo. Tras el lobo el cazador. Y al cazador lo perseguía su mujer. Y a la mujer el guardabosque con todas las ovejas, incluyendo la oveja negra. Y siguiendo ese círculo inacabable, no pegaba un ojo en toda la noche.
Migratorios – Héctor Ranea
En la cervecería vimos que un tipo sacaba subrepticiamente un reloj fosforescente, movía botones e hizo desaparecer a un amigo de nuestra mesa, quien un instante después volvió, algo despeinado. Entonces ya el tipo del reloj había desaparecido y también la billetera del transportado.
Raro que alguien hiciera semejante despliegue de tecnología para apoderarse de una billetera que ni dinero ni documentación importante tenía.
Al día siguiente llamaron a nuestro amigo de un circo. Habían encontrado su billetera en la piscina de las focas junto a un sombrero de cuero. Él recuperó la billetera de cuero de foca y se quedó con el sombrero, que de vez en cuando se vuela al menor atisbo de tormenta. Si vamos a creer en la deducción, concluiríamos que el sombrero es de cuero de oca, pero no daría nada por sentado.
Zapping - Martín Gardella
En apenas una hora, colmó sus ojos de imborrables imágenes televisivas, una vez más. El gol de Maradona a los ingleses en el ’86, un viaje en el tiempo a bordo de un De Lorean DMC-12, el grito de victoria de Balboa abrazado con Adrian, los desopilantes disparates de Balá, un concierto rimbombante de Madonna, la sensual apertura de piernas de Sharon, la llegada del hombre a la Luna, el vuelo en bicicleta de un niño y su extraterrestre, la ternura del Chavo y sus vecinos, y las últimas hazañas de James Bond, se mezclaban ordenadamente en la pantalla, a su gusto y demanda. Qué belleza, cuántos recuerdos, pensaba. Mientras Sam tocaba el piano en Casablanca, el televidente cerró los ojos con lentitud. La música siguió sonando por un largo rato, aunque él, desde su cama cada vez más fría, la dejó de escuchar.
Tomado de http://livingsintiempo.blogspot.com/
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Alimentos - Saturnino Rodríguez Riverón
Mi hija llora desconsoladamente, reclamando su ración nutricia. Y como lo único que tengo a mano, además de besos y mimos, son varios libros de poemas, abro uno y comienzo a leerle algunos versos. Temporalmente cesa su llanto, encantada por el ritmo y la tonalidad. Pero al cabo continúa, más allá de mi declamación exaltada.
Después llega mi mujer y la prende a sus pechos. La niña ha encontrado su lugar. De inmediato terminan sus lágrimas y se aplica disciplinadamente a succionar. De lo cual infiero que la poesía es un gran alimento, pero nada definitivo.
Vigilando – Héctor Ranea
Nadie viene, sólo la niebla y el rumor de las ratas alimentándose de los heridos. Tengo que vigilar que nadie pase.
Vienen los espectros de los niños tambor con la niebla. ¿Pasan? ¿No pasan?
Pobres niños, ni cuenta se dieron de haber sido aniquilados por la metralla y siguen tocando un tambor silenciado en la batalla. Miran al frente, miran al enemigo.
Miran al amigo, que soy yo, que les cierro el paso. ¿Les debo cerrar el paso?
¿Cuántos de nosotros somos ya fantasmas o lo seremos con el primer albor del día?
Está amaneciendo, el vigilante abandonado sigue en su puesto. Sigue la mañana tibia del otoño y el vigilante sigue en su puesto. Sólo a la noche se pregunta si dejará pasar a los espectros que vienen a pedirle compañía.
Una noche alguno le dirá que también él fue abandonado.
El congreso de Cuentolandia- Sergio Gaut vel Hartman
--¿Se puede saber por qué nos reunimos? --El ignoto personaje de un cuento desconocido contempló con envidia a los famosos. Allí estaban Blancanieves, Pinocchio, Caperucita Roja y Pulgarcito, entre muchos otros. A él, en cambio, no lo conocía ni el loro del capitán Flint.
--Hay que constituir el sindicato --respondió Hook enarbolando su garfio ante la cara del advenedizo--. ¿Y usted quién demonios es?
--Me llamo Onayom y entré a este lugar por el espejo de la alcoba de mi amiga Alicia. --Los ojos del moreno personaje se encendieron--. ¿Sindicato, dijo?
lunes, 9 de noviembre de 2009
Flor - José Luis Zárate
Estrecha vigilancia - Alejandro Ramírez Giraldo
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
Fragmento Interrumpido - Saturnino Rodríguez Riverón
Si hemos de ubicar en el tiempo a esta pizca de infinito, acotar cronológicamente, con un desconocido y quizá inútil objetivo, el fragmento de eternidad, gota en el mar, grano de arena en la playa, en que nos fue otorgado vivir y padecer( tal vez sinónimos, reiterativos), habría que estamentarlo sin dudas en el Séptimo Día de la creación. Digan lo que digan los esperanzados apologistas de cualquier denominación, Dios no está en condiciones de escuchar nuestras voces de alabanza, lamento, o protesta. Fluye lo inconmensurable y transcurrieron ya seis jornadas, dispuestas una tras otra desde el principio. Infructuoso cualquier esfuerzo por gritar, maldecir, arrepentirse; alzar la voz de nada valdría, nadie escucha. Cualquier súplica tampoco será atendida. Estamos solos, habitando sin reclamos el Séptimo Día. Dios aún descansa.
Cada vez que llueve – Héctor Ranea
Cada vez que llueve de madrugada, él me hace el amor como si ambos fuésemos aún jóvenes. Comienza con un esbozo de sonrisa que adivino en la oscuridad y sigue deslizándose por la ropa hasta sacármela. Después de amarnos casi en silencio, se levanta sin decir nada, me da un beso y va a preparar el desayuno mientras yo quedo en el ensueño fatal. Pocos minutos de lluvia bastan para convencerme que quien está haciendo el desayuno no es él, sino su fantasma, que me visita cada vez que llueve.
sábado, 7 de noviembre de 2009
La cigarra y la hormiga - Diego Muñoz Valenzuela
La cigarra provenía de una familia aristocrática y la hormiga —como las de su especie— era sierva de la gleba. La cigarra se permitía toda clase de diversión y abusaba del alcohol, la comida y el sexo. En sus raros momentos libres, la hormiga —por lo demás talentosa— aprendió a tocar el laúd y a improvisar en décima espinela. Vistas aquellas dotes juglarescas, la cigarra se dio maña para que la hormiga amenizara sus veladas bohemias. Cobró fama y ciertas prebendas para cultivar su arte el esclavizado himenóptero. En total secreto escribió algunas esperanzadoras piezas narrativas inspiradas por su deseo de justicia; entre ellas figura la conocida fábula que usted habrá recordado. Por cierto, la presente historia carece de moraleja.
Verano de una noche soñada – Héctor Ranea
La mano que se mece en la cuna y apoya la frente de un dedo sobre la almohada que no tiene aún siestas proyectadas escucha cómo sus dedos entonan un preludio de piano en el sueño que sueñan las comadrejas alcoholizadas. El buen pastor, que cobija los lobos para que no se enfermen y puedan perseguir sus ovejas y él mantenga el puesto de trabajo. La cuna es partida al medio por la luz de una luna de mercurio en el mar de donde saqué estos versos que ahora me escondió la mano en esa lucerna que tiene un sonido escondido bajo candados que al abrirlos suenan como el preludio que tocan los dedos de mi mano que mece la cuna y entonces quiere decir que mientras me hamacan alguien abrió el último candado: escaparon los sonidos y las otras cosas guardadas.
Imagen: René Magritte, "Le chef d´oeuvre"
Editar la piel - Rafael Vázquez Suárez
La vida tiene un plazo de caducidad escrito en cada célula. Alcanzada la fecha límite, probamos con máscaras de algas, tratamientos de oxígeno, velos de colágeno, pero nada puede devolvernos al día que dimos el primer beso, que viajamos a la luna sobre otra piel.
Algunos no se resignan y malviven con células, tejidos, órganos fantasma, mientras otros, frente al espejo, con sofisticadas técnicas, incapaces de asimilarlo, no piensan en otra cosa más que en editar la luz con que nos vemos.
Deshacer el amor - Saturnino Rodríguez Riverón
Imagen: René Magritte, "Los amantes"