sábado, 29 de septiembre de 2012

Hombre subjetivo — Cristian Cano


El hombre se debate entre la ficción y la realidad. Nace y muere en esa lucha. Comprender la ficción es parte del verdadero camino a comprenderse. Dos ejemplos:
La visión del hombre sobre su mundo es subjetiva, no es absolutamente realista:
No hay colores. Todo es negro. No hay sonidos ni fragancias. Estos son atributos nuestros al querer interpretar el mundo. Y el pensamiento, bien podría estar alejándonos del verdadero inicio. De lo obligatoriamente importante. ¿O esto no está sucediendo? Por eso escribo ficción, para comprenderme.

El autor: Cristian Cano

La piedra – Héctor Ranea


Caímos a la velocidad de un rayo. Nos encendimos, fuimos incandescentes por una fracción de milisegundo, estábamos escritos en grafito, inscriptos en la roca ardiente mientras se convertía ella misma en lava en su caída. E hicimos impacto en una atmósfera densa, amarilla como el cobre, turbia como la leche, violenta como tu voz en la penumbra clamando por el amor que te juré hace mil años y tres años. En la piedra que cae, un corazón que tiene nuestros nombres viene como mensajero de un planeta que ya no tenemos, evaporado de los mapas, errante en la galaxia en forma de guijarros que, como este, desaparecerá en poco menos de dos segundos.

El autor: Héctor Ranea

jueves, 27 de septiembre de 2012

Buscando pareja – Héctor Ranea


—Tal vez no sea la mejor, pero es una buena jalea y hasta ahora atrajo buenas parejas, —pensó el sapo, mientras seguía recolectando las moscas cazadas durante la jornada y poniéndolas a macerar.
La jalea que se hacía, gracias a algunos componentes en su saliva que mejor no recordar sus nombres, era fantástica cuando se trataba de transformar mujeres en sapos. Ya lo había conseguido en mil tres ocasiones. Los demás sapos se contentaban con las hembras que conseguían en el estanque quienes, ocasionalmente, habían sido antes mujeres, niñas, enfermeras, pilotos de avión, camioneras, princesas. El sapo druida era conocido como Don Giovanni en el pantano y más de uno rogaba que alguna vez le llegara su comensal de piedra. Mientras, él se dedicaba a su jalea de moscas, una de las exquisiteces de su menú.

Sobre el autor: Héctor Ranea

martes, 25 de septiembre de 2012

Estados alterados - Armando Azeglio



La sensación de ser el humilde galeote de una sociedad hipócrita era una molestia. No dejaba de escuchar una suerte de zumbido que le repetía: “te resignaste”. El acuerdo automático con los otros, soslayando riesgos, evitando el perjuicio era un continuo y repulsivo desgaste. No quedaba margen para la discusión de sustancias, para la creación, para el ser. Y todo a cambio de una vivienda digna, un salario justo. O de la aceptación cual antídoto contra la inseguridad. ¿Un plato de lentejas? Cientos, miles, millones de ciudadanos comprando los mismos objetos, vistiéndose del mismo modo, suspirando por el mismo automóvil, soñando con iguales vacaciones, exhibiendo un mismo estilo, con la impresión que se está eligiendo libremente, que se ejerce un sacrosanto derecho: el de elegir entre Coca y Pepsi.
—¿Se va a servir algo? —le preguntó el mozo.
—Una Coca-Cola, por supuesto —respondió despreocupado.


Sobre el autor: Armando Azeglio

domingo, 23 de septiembre de 2012

Arquitectos - Pedro Peinado Galisteo


Sólo arquitectos aficionados, con mejor voluntad que pericia, levantan castillos en el aire. Los otros, instruidos en prestigiosas universidades de pago, trabajan sobre tierra firme empleando materiales de probada resistencia, atajando la natural ingravidez de las almenas con estratégicos puntos de anclaje.


Acerca del autor: Pedro Peinado Galisteo
Tomado de: Gaviota de Azogue 163

Naufragio de alcohol – Armando Azeglio



Sintió el glogloteo del whisky en su garganta, luego en su cerebro. El alcohol lo invadía rápido. Gélido. Indudable y preciso. Le resonaron dos palabras en el permisivo dialecto de sus padres: Ninna nanna. Y sintió una suerte de sinergia que lo unía al cosmos. O a una suerte de abstracción aérea, única, difícil de esculpir con huidizos conceptos... con palabras frugales. Vio un extraño bergantín en el horizonte de esta, su nueva locura. El barco se le antojo algo funesto, algo desabrido, algo Inexorable. Entonces —cual náufrago— decidió hacerle señales de humo. Se quitó un zapato. Lo embebió en la mezcla inflamable. Se roció de pies a cabeza. Encendió un fósforo veloz.


Sobre el autor:
Armando Azeglio

Meditación - Héctor Ranea


—¡Qué barbaridad! —exclamó con bastante asco Johannes Walrus—. ¿Dónde dejarán nuestro pundonor? ¡Se ríen de nosotros!
—¿Se ríen de nosotros? —repitió indignada la señora Crabalocker—. ¿Cómo osan?
—No son osos, sorda —aclaró amablemente Lucy Walrus.
—¡De pronto somos protagonistas de canciones y no sólo no nos pagan royalties sino que, escarnio máximo, nos mandan sardinas de sémola! ¡Y por medio de este tarado!
—I am the Eggman! —se ufanó Eggman, el tarado que traía las sardinas de sémola y las almejas refociladas en escabeche de calamar falso a las morsas en cautiverio—. ¡Hey! Johannes, Crabalocker, Lucy, ¡vengan antes de que se pongan viejas! A ver mis morsas, ¡canten chicas, a ver: I am the walrus! Goo goo…


(Libre adaptación de "I am the walrus", de Lennon & McCartney)

Sobre el autor: Héctor Ranea

viernes, 21 de septiembre de 2012

Ángel o demonio - David Moreno


Todos los días durante un minuto pienso en la posibilidad de cambiar y ser bueno. Es un minuto donde a un lado de mi, habla susurrándome al oído un ángel y a otro lado, el demonio que llevo dentro, no se deja convencer y acaba convirtiendo esta debilidad en pasajera. Más que fugaz cuando mi suegra dice que va a venir de nuevo a casa a comer. Entonces vuelco todo el bote de pimienta sobre el plato guardado especialmente para ella. ¡Se va a enterar!


Tomado de No Comments
Sobre el autor: David Moreno

Microrrelato Express 59 – Eduardo Cruz Acillona



Para Montero Glez, maestro y amigo

Tras ser despedido, cambió su ocupación de portero de discoteca por la de portero de fútbol. Durante su primera temporada, el equipo perdió todos los partidos salvo el que disputaron contra el Real Madrid. Y es que en su área no dejaba entrar ni a un solo jugador con calcetines blancos.


Tomado del blog: Más claro, el agua
Acerca del autor: Eduardo Cruz Acillona

Ahogado en abismos textuales – Armando Azeglio



En alguna parte de su ser, en algún sedimento de su conciencia, yacía sucio —y sin intención— un texto confesional, quizás un sibilino. En medio de la lluvia (cianótico, desvariado y en toga) argumentaba sórdidos soliloquios en su defensa. O (enojado y ebrio de pegamento) profería imperiosa su condena. Era cuestión de “vida o muerte”, decía él. “Cuestión de tiempo” argüía yo. Un día no aguantó más. Anticipó —sin reservas— su alejamiento. Dijo que le entregaría el rollo a Prometeo, su amigo (yo hubiera preferido que Cronos lo devorara). Tomó una daga y se abrió el cuello. Con la zurda hurgó hacia arriba… y extrajo algo. Próximo al final me dijo (con una suerte de ronquido) que leyera la sección novena. Lo hice. Al instante primero me faltó el aire. Al segundo me puse morado. Luego, dejé de escribir…

Sobre el autor: Armando Azeglio

El mundo de los sonidos - Miguel Pereira



El crepitar de las viejas tablas de madera evidenciaba el pausado caminar de un hombre tranquilo; el timbre sonando durante cuatro segundos era sintomático de cierto grado de impaciencia; el chirriar de la puerta delataba la solera del inmueble; el sonido del cargador de la pistola no indicaba nada bueno; la seca y diminuta explosión producida por el disparo dejó de indicar cosas. En ese mismo instante desapareció su ceguera.


Tomado de: Cuentos pigmeos
Acerca del autor: Miguel Pereira

Ritual - David Moreno


Cuando, como cada tarde, regrese su padre, Irene subirá corriendo las escaleras hasta llegar a su habitación. Se quitará los zapatos, la falda y los pendientes de su madre que lleva puestos. Sin hacer mucho ruido, se meterá al armario para en dos segundos, como por arte de magia, salir convertida en Pablo, el hijo modelo de toda la vida.

Tomado de MicroSeñales de Humo

Acerca del autor:
David Moreno

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Carroña - José Vicente Ortuño


Tenía un hambre desesperada. Para aplacarla empezó a evocar el olor de los cadáveres. Añoró el hedor espeso y dulzón de la muerte y sólo sirvió para que los jugos gástricos le torturaran más el estómago. Pensó que pronto moriría y comenzaría a pudrirse, y a oler a cadáver... El hambre se hizo insoportable. Lo que más le jodía de morir era que algún otro disfrutaría de su carroña. Sería una comida un tanto magra, pues la carne de carroñero es sosa pero, a falta de otra cosa…
Puesto que iba a morir decidió fastidiarle el banquete a quien encontrase su cadáver y procedió a devorarse a si mismo. Al menos moriría con el estómago lleno.
El buitre comenzó su último festín por el ala rota, que le impedía volar, y que lo había condenado a morir de inanición en el desierto.

Acerca del autor:
José Vicente Ortuño

Anónimo, biografía - José Manuel Ortiz Soto


Si debiera hablar de su vida, diría que ésta fue la de una orquídea epífita que un idiota cortó para exhibir en la solapa del traje; y que herido de muerte, se dio a la aventura rengueando como un perro cojo, pero también echando a correr cuando las circunstancias lo exigían. Del amor no hay mucho que decir: todas las mujeres lo dejaron al saber que no tenía ni en qué caerse muerto.

Acerca del autor:
José Manuel Ortiz Soto

lunes, 17 de septiembre de 2012

Náufrago - David Moreno


Johnny no para. Johnny no duerme. Johnny se enoja. Johnny golpea. Johnny sale. Johnny busca. Johnny compra. Johnny suda. Johnny se sienta. Johnny organiza. Johnny tiembla. Johnny se dedica. Johnny mezcla. Johnny disuelve. Johnny apunta. Johnny aprieta. Johnny cierra los ojos. Johnny inyecta y, en segundos, sube, sube y sube. Sube tan alto que desde allá ignora todavía que el Paseo de la Vida ha llegado a su fin. De manera súbita. Para siempre. Johnny, adiós Johnny. Pobre Johnny.

Tomado de MicroSeñales de Humo
Acerca del autor: David Moreno

sábado, 15 de septiembre de 2012

Comportamiento Inadecuado - José Vicente Ortuño


—Un cadáver semoviente como usted, que por el porte se ve hombre refinado, que en vida fue una persona de amplia cultura y educación —dijo el hombre enfrentando al zombi, que se tambaleaba parado ante él con los hombros caídos y la mirada triste que dan los ojos velados, blancos, como los de un pez cocido—, estoy seguro de que puede renunciar a la bárbara costumbre de la antropofagia.
—Tiene usted razón —balbuceó el zombi—. Fui catedrático de antropología y doctor honoris causa por varias universidades. Escribí tratados sobre la realidad humana y los aspectos biológicos y sociales del hombre. Sé mejor que nadie que la antropofagia es una costumbre deleznable. 
El hombre sonrió esperanzado. 
—Espero que sepa disculpar mi comportamiento, caballero —añadió el zombi con voz gorgoteante. Luego agarró a su víctima por el pelo y le mordió en el cuello. 

Sobre el autor: José Vicente Ortuño

Recuerdos 60 ― José Manuel Ortiz Soto


―¿Por qué llora? ―la chiquilla señala el rostro afilado de la muñeca de porcelana sobre el buró, que parece mirarlas fijamente.
La anciana toma el juguete con mano temblorosa, lo acaricia y lo aprisiona contra su pecho. Pero no dice nada. Sabe que siempre que está sola, vuelve desde la distancia de tantos años la voz de su hija perdida.


Acerca del autor: José Manuel Ortiz Soto

La hora del almuerzo – Sergio Gaut vel Hartman


—¡No quiero! —dijo el niño apartando la boca de la cuchara.
—Tenés que comer, hijo. Mami te da el mejor alimento para que cuando seas grande tengas mucha inteligencia, seas sabio y criterioso.
—Yo quiero ser fuerte como Superman —protestó el niño.
—¡No! ¡Definitivamente no! No crío a mi hijo para que sea una masa de músculos sin cerebro.
—Bueno —negoció la criatura—. No como Superman, como Bruce Willis, o como Mel Gibson, por lo menos.
—Tampoco —contraatacó la madre—. Deseo lo mejor para mi hijo. Nada de héroes fascistas.
—Esta comida no tiene gusto a nada.
—¿No tiene gusto a nada? —La mujer miró el plato estupefacta. Había elegido la pitanza con el mayor cuidado—. ¡Aquí hay un bocado que te va a encantar! Epistemología. O este otro: homeostasis. ¿Y esta? ¡Qué bonita! Pleonasmo…

Sobre el Autor: Sergio Gaut vel Hartman

martes, 11 de septiembre de 2012

Vasos comunicantes - David Moreno


Una foto en blanco y negro. Un anciano apoyado en un bastón y una mirada clavada en ella. Las piernas le empiezan a temblar, el corazón le late desbocado. Una plaza de un pueblo, una fuente en el centro y un entorno de destrucción. De título: “Postguerra”. En sus ojos rebosan las lágrimas al recordar el pasado. Cerca, su nieto, se da cuenta y con ternura, le consuela.
A cientos de kilómetros, de la fuente de una plaza de un pueblo deshabitado y prácticamente destruido por una guerra maldita, sin que nadie lo vea, sin testigos, manan unas gotas de agua.
Acerca del autor: David Moreno

Informe - Claudia Sánchez


Hemos sido alertados por un mensaje de la superficie virtual, a los ciento dieciocho segundos de que el ordenador central se bloqueara. Un programa autónomo, funcional en exteriores, notó la presencia del virus mientras tomaba sol. Más allá de producir la suspensión momentánea de toda actividad programada -incluyendo el movimiento del mar, los niños jugando y las charlas de la gente-, el virus tomó la forma de una bandada de pájaros gigantes surcando el cielo, lo que provocó un apamplamiento general de los residentes. Gracias a este mensajero, hemos podido resetear toda la zona afectada y, luego de la desinfección, con borrado parcial de memoria incluido, confirmamos que el peligro ha pasado. La matrix continúa trabajando con normalidad.


Sobre la autora: Claudia Sánchez

domingo, 9 de septiembre de 2012

Riski Riski y la trompeta hirviente - Héctor Ranea


No hay descanso para Riski de la familia Riski. Toca la trompeta en la culirio pero igual le pagan con bolidors de cuero de mistilados. Apenas le alcanza a Riski Riski para los helados páramos de vaticaseos que necesitan sus siete acokis para seguir comiendo.
Trompeta acá, trompeta allá. Alguna vez tuvo que hacerla hervir para que le pagaran algo más. La vida en los polos ya no es la que solía ser. Al menos, no como la conocemos. Puede que en el tercer planeta sepan cómo hacer para la bolojela sin bolidors, pero acá las ñalkas no se dan por menos de lo que gana Riski Riski en seis conciertos. Un desgaste enorme para transferir el ADN.

Acerca de Héctor Ranea

Sustituciones - Sergio Gaut vel Hartman


Siempre me procuró una embriaguez inefable beneficiarme de los demás gracias a mi talento. Pude manejar los destinos de funcionarios obsecuentes, ciudadanos reflexivos, inspectores, soplones, críos, prostitutas; provoqué que se maltraten entre sí, fomenté su encono hasta hacerles creer que los había arruinado en la loca carrera por ganar lo suyo, pero lo cierto es que fui yo el que obtuvo lo que quiso, con una arbitrariedad que empezó a sofocarme, que engendró sufrimiento, un opresivo desasosiego. Empecé a tener urgencia de otras cosas, a necesitar otro paisaje, aunque fuera el último. Pero no distinguía cuál, y por momentos me absorbía la zozobra al conjeturar que jamás llegaría a saberlo. Entonces hablé con Judas, arreglamos un par de cosas y me hice crucificar.

El sofá - Adelaida Saucedo


Cuando regresa de la cocina, la bandeja entre las manos en precario equilibrio, en el salón se oye un grito ahogado. No acelera el paso. Sortea el sofá y deja la bandeja sobre la mesita auxiliar. El tintineo de las tazas es apenas audible en el gorgoteo y crujir de huesos que emite el sofá.
Se sienta en el sillón, se sirve una taza de té, una cucharada de azúcar, un chorreoncito de leche. Sopla el líquido y bebe un sorbo. Quema.
Dos tazas de té después, el ruido cesa. El sofá se estremece y eructa.
—Y luego me preguntas por qué no invito a ninguna amiga a casa.

Expresionista abstracto - Saurio & Sergio Gaut vel Hartman


Cerrar los ojos y oprimirlos con el brazo de modo que se tape la luz pero que no se impida el paso de algunos rayos solares que iluminan de un naranja pálido el impedido campo visual y dejan ver el fluir del humor vítreo y el movimiento de la sangre abriéndose paso entre las células epiteliales del interior de los párpados. Asqueroso pero fascinante. Como yo he sido extravagante desde que tengo memoria, y un as para las artes visuales, aunque a raíz de mi desmesurado ego, solo puedo apreciar mis propias obras, concibo la superficie de la pintura como una limitación, por lo que para lograr un campo abierto sin límites solo me queda cerrar los ojos y apreciar el espacio pictórico que yo mismo he creado con mi cuerpo. ¿Entienden?

viernes, 7 de septiembre de 2012

Así no – Sergio Gaut vel Hartman


El rostro de Pelugro se eternizó en una mueca antinatural, excesivamente impávida. Sus ojos azules, pegados con un adhesivo barato, apenas parecían humanos. Sin embargo, los desteñidos paseantes, que contemplaban las vidrieras del centro comercial ni siquiera reparaban en él. Eran las seis de la tarde y las luces de los escaparates comenzaban a encenderse.
—¡Actúa de una buena vez, imbécil! —El jefe pretendía que Pelugro abandonara la parálisis que lo aquejaba—. ¡Mata unos cuantos, para que sepan que esto es en serio!
Pelugro extrajo el arma del abrigo y apuntó con cuidado a la cabeza de una niña. Pulsó el botón de encendido… y no ocurrió nada. Harto de fracasar, arrojó el instrumento al suelo y lo pisoteó sin miramientos.
—¡Así no se puede! —exclamó—. Les dije mil veces que sin presupuesto no se puede invadir otro planeta y pretender que las cosas salgan como corresponde.

Sobre el Autor: Sergio Gaut vel Hartman

Rutina de un domingo - Esteban Dublín



Los domingos no me levanto. Duermo la mañana, pasa la tarde, llega la noche y yo sigo en mi cama, acurrucado entre mis sábanas como una cría temerosa. Apenas logra colarse un tímido rayo de sol por entre mi ventana, cubierta por el capricho de mis cortinas, esas mismas que preparo juiciosamente la noche anterior para que el día no logre arrebatarme la prolongación del sueño. El domingo soy el amo de la pereza, el padre de todos los vicios, el don del ocio.
Hoy, sin embargo, es miércoles.

Tomado del blog: Los Cuentitos
Sobre el autor:  Esteban Dublin

miércoles, 5 de septiembre de 2012

El almuerzo – Héctor Ranea


—¡Soy una tierna!
—Si vos lo decís.
—Te noto algo sarcástico.
—Me parece que si uno se dice tierno a sí mismo, es porque anda tomando alguna pastillita...
—Me lo dijo un g'ork, para que sepas.
—¿Y qué hacías vos con un g'ork, si se puede saber?
—Nada, él qué hacía conmigo, deberías preguntar.
—¿Qué hacía él?
—Me estaba comiendo.
—¿Comiendo? ¿Y qué hacés ahora, viva?
—No estoy viva, tonto. Soy una réplica. ¿No te digo que son buenísimas las réplicas?
—Salí. Me das asco. Dejame.
—No puedo. Me mandaron a buscarte. Date por replicado.
—¿Duele mucho?
—¿Cuando te come un g'ork? No. Son muy tiernos... bueno, es una manera de decir. Te dicen cosas bonitas. Vamos. No necesitás llevar nada. Ellos te proveen todo.
—¡Ufa!

Acerca del autor: Héctor Ranea

Sobrevivientes – Sergio Gaut vel Hartman


Tras la hecatombe, cuando el colapso social precipitado por la angurria del perverso sistema que los había hacinado en las cuevas alcanzó la cúspide de su mórbido entramado, salieron a desafiar la ventisca, soportando la confulgencia de helados brillos que hirieron sus retinas. Kramer, cuya adhesión al método sistémico lo obligaba a elaborar un concepto topológico de la realidad, fue el primero en hablar.
—Siendo dadivoso, sostengo que estamos muertos.
—¡En absoluto! —exclamó Sobejano, mordiéndose la cutícula del pulgar—. El tema medular es resolver lo inmediato. Y la clave está en lo freático.
—¡Habló nuestro numen! —se burló Eredith, la bióloga que en su faltriquera portaba las células destinadas a clonar lo imprescindible para repoblar el planeta—. Lo urgente tapa lo importante, ¿verdad?
—¡Insensatos! —sentenció Bermúdez, el obispo, incapaz de olvidar su pasado diocesano—. Dios proveerá.
Ese fue el momento elegido por el aluvión para liquidarlos.

Sobre el Autor: Sergio Gaut vel Hartman

lunes, 3 de septiembre de 2012

Mar adentro - David Moreno

 

–Igual que lo hacen las ballenas –balbucía una y otra vez apretando su boca mellada. 
–Igual que lo hacen las ballenas –le había enseñado Sofía. Sólo así alcanzaremos el horizonte y podremos escondernos en las profundidades marinas.
Con los ojos vidriosos, seguía remando esta vez con todas sus fuerzas. Se olvidó de su cuerpo malherido y de mirar atrás, hasta que la sangre que le caía por la nariz le impidió respirar con normalidad. Al girarse, comprobó lo lejos que quedaba la orilla. También su minúsculo marido. Y cucándole un ojo, su amiga imaginaria le sonreía esperándole desde el agua.
Acerca del autor:

La luz del baño – Héctor Ranea


En el espejo, una lágrima marca el lugar donde Evaristo, el amante sincero, había clavado su puñal a su imagen: Evaristo, el amante oportunista. No había dejado ni una grieta en el vidrio, sólo fue un adiós en el que los dos decidieron aniquilarse. El sincero fue más rápido y clavó antes, pero no pudo evitar que el otro le hiriese. Y así, poco a poco, se fueron haciendo pura luz y ni la sombra del cuchillo les quedó para nombrarlos. Eulogia, la amante única, no comprendió qué sucedió después de que Evaristo la dejara tomando el desayuno. En el baño encontró que había tanta luz que tuvo que dejar la puerta abierta para volviera todo a la normalidad. Tan encandilada estaba que ni vio la lágrima. Tomó el café, decidió esperarlo en la plaza. Aún espera.

Acerca del autor:
Héctor Ranea