—No importa si esto nos lleva a Pergamino o a la mítica Pérgamo, la fiel ciudad de Paris que conociera bíblicamente a Helena. Pero le aseguro que así no sigo.
—Pero querido Salemo de Tarso —dijo Heisenberg, que estaba más caliente que Elizabeth Taylor cuando hizo Cleopatra—, no ponga lo material por encima de lo espiritual. Recuerde lo que ocurrió con Gödel…
—¿Qué le pasó? —dijo el guía, cambiando de andarivel.
—No entendería —dijo Heisenberg orgulloso de que su estrategia, una vez más, le permitiera ahorrarse unas rupias. Pero Salemo de Tarso reaccionó a tiempo.
—¿Qué no entiendo? ¿Así que además de no querer pagar me subestima y forrea? Ahora va a ver, miserable.
Sin hesitar, metió dos dedos en la boca y chifló. El mago Jesús Gómez Fernández González se materializó de repente y con su rayo verde pulverizó a Heisenberg.