viernes, 30 de julio de 2010
La noticia - Samanta Ortega
Su madre fue, como todos los días, a la hora del té. Ambas tenían que darse una noticia.
Mamá, la gente dice que estás muerta.
Qué tontería más grande.
Sí, ¿verdad? Me alegra de que no te lo hayas tomado mal. ¿Y tú, qué tenías para contarme?
He venido a buscarte.
Huesos - Esteban Dublín
María Cristina Ibarra tiene mil canciones incrustadas en los huesos. Es por eso, tal vez, que disfruta fracturándose. Porque cada vez que uno de sus simientes se quiebra, en lugar de sonar crack, como debería ser, se escucha una composición completa y detallada que deleita sus oídos. Esta noche se espera una tragedia. María Cristina muere por escuchar una sinfonía.
Momento de decisión – Sergio Gaut vel Hartman
Si la virgen María se le aparece a una comecuras de la ostia, una tardecita de otoño, en una cueva de los Almogardeves y le dice: “Te voy a revelar tres profecías apocalípticas”, uno piensa, vaya con la vieja, y santo asunto, que se arregle el papa de Roma. Pero si la mentada se le apersona al campeón mundial de ajedrez, un ruso más ateo que Buñuel, justo cuando se disputa la partida decisiva del match por el título, y la muy pícara espeta: —El caballo a ce cinco, que si no el indio te liquida con una combinación que empieza con dama a efe siete y sigue con torre efe seis, ¿entendés? —y después desaparece con un plop de chicle globo… ¿Qué hace el tipo, juega el caballo o no lo juega? Y lo peor de todo, ¿qué hace si resulta una buena jugada y gana el match?
miércoles, 28 de julio de 2010
Al Sur, la muerte – Héctor Ranea
La pulsión argentina de presenciar los muertos no se restringe a la Recoleta en Buenos Aires, donde hasta se congregan excelentes restaurantes, lujosas mansiones y departamentos excelentes alrededor de un cementerio, sino que esto ocurre en varias ciudades.
En la ciudad que no nombraré el cementerio municipal, por años aislado, generó, por obra del viento sur dispersando semillas de las flores de los deudos, grandes campos de margaritas.
Con el crecimiento de la ciudad, muchos adinerados pensaron que era un buen lugar para construir sus casas. Así, hermosas residencias aparecieron al norte del cementerio, haciendo desaparecer concomitantemente las margaritas. Pero el viento Sur siguió soplando.
Las casas que miran al Sur no tienen más margaritas que las otras. Es más, las margaritas desaparecieron. Pero esas casas reciben las últimas miradas de todos los muertos, repetidas sin cansancio por el vértigo del pampero.
Si sueñan, ya saben: son miradas perdidas.
Esquiva y celosa – María Pía Danielsen
Muy pocas veces vas de frente. ¿Es que te escondes de mí?
Sin embargo, te observo a mis espaldas. El agua te disuelve, el sol te agiganta.
Confieso que no te recuerdo con asiduidad. Se que la luna te asusta. Te enrollas y entras en mí.
Sospecho que protagonizas todos mis sueños. Me regalas alas, encuentros, viajes a lugares inexistentes.
Solo algunas noches, sádica y déspota, me pueblas de terror. Y conduces con firmeza las bridas de mis pesadillas más horribles, únicamente para que se imponga tu presencia, te tema y te ame.
Solitaria, celosa y esquiva, mi alter ego, mi sombra.
Tomado de: http://elhuecodetrasdelaspalabras.blogspot.com/
Sin embargo, te observo a mis espaldas. El agua te disuelve, el sol te agiganta.
Confieso que no te recuerdo con asiduidad. Se que la luna te asusta. Te enrollas y entras en mí.
Sospecho que protagonizas todos mis sueños. Me regalas alas, encuentros, viajes a lugares inexistentes.
Solo algunas noches, sádica y déspota, me pueblas de terror. Y conduces con firmeza las bridas de mis pesadillas más horribles, únicamente para que se imponga tu presencia, te tema y te ame.
Solitaria, celosa y esquiva, mi alter ego, mi sombra.
Tomado de: http://elhuecodetrasdelaspalabras.blogspot.com/
Acusado - David Moreno
Primero las inundaciones dañaron las cosechas en una población ya castigada por numerosas enfermedades. Luego vinieron los huracanes y la sequía. El terremoto acabó de arrasar lo poco que quedaba en pie. Desde todos los rincones del mundo, hombres y mujeres se lamentaban por tanta desgracia. Increíblemente me culparon a mí, como si yo fuera el responsable. ¡Y todo porque en uno de mis microrrelatos imaginé que llegaba el Apocalipsis en esta época!
Tomado de http://nocomentsno.blogspot.com/
Tomado de http://nocomentsno.blogspot.com/
lunes, 26 de julio de 2010
En el paseo marítimo - Javier López
Recién anochecía y el paseo estaba muy animado. Por el carril bici corrían chicas con patines y chicos con bibicletas. Paseaban parejas, familias con niños y perros. Entre todo ese movimiento creí reconocer a un viejo amigo. Traté de acercarme a él, pero, cuando estaba a pocos metros, sentí que algo me retenía. Mi dueño acababa de tensar la cuerda de la correa. Entonces pensé, una vez más, que estos humanos dicen querer mucho a sus mascotas, pero no respetan para nada nuestras relaciones sociales.
Tributo – María Pía Danielsen
“El alma no se expande hasta el infinito. Tampoco se estira como un elástico. Si jalan de ella en distintas direcciones se paraliza y desintegra. ¿Es su naturaleza ser roca inmóvil indemne a los golpes? ¿Es su razón la inmisericordia de los invasores? "
Líneas escritas por Jaime en la notebook. Que, una vez impresas, colocaría en el bolsillo interno del saco de Marcos. Junto a las imágenes silenciosas del rompecabezas que armaron varón con varón: Marcos y Jaime jugando a la pelota. Marcos enseñando, Jaime construyendo. Marcos soltando su risa de estruendo, Jaime atrapando caricias. Marcos y sus besos de hombre. Marcos sin puente y en caída libre. Marcos regresando a los inicios. Marcos sin vida. Jaime sin sangre.
Tomado de: http://elhuecodetrasdelaspalabras.blogspot.com/
Premonición - José Luis Zárate
Supo que iba a morir por culpa de una bala perdida, el 12 de marzo de ese mismo año, en la esquina de Rosado y Manríquez. También supo que sus intentos por evitar ese sitio la llevarían irremediablemente a él, que nadie iba a creerle y suplicar ayuda o clemencia por algo que no sucedía aún era inútil, que el kevlar iba a perderse en el correo, que el arma comprada para defenderse se trabaría, que el sueño le estaba negado en el tiempo que faltaba, que iba a dejar de comer y todo le iba a parecer manchado de muerte, una máscara cruel, y que el 12 de marzo, en la esquina de Rosado y Manríquez, ella iba a recibirla feliz la bala, porque la temible espera llegaba a su fin.
Tomado de: http://zarate.blogspot.com/
martes, 20 de julio de 2010
Solero - Claudio G. del Castillo
Se achicharraba el 2050. La señora escurrió el sudor de su frente y se acercó presurosa al hombre:
–Acompáñeme hasta Ruinas Nuevas y le daré ochenta pesos –resolló.
–Cien –dijo él, mirándose las uñas–. La ruta este-oeste es un infierno.
–¿Qué dice? No son ni las dos y, además, estoy muy hinchada; tendré que hacer malabares para mantenerme a su sombra.
–Noventa y le pongo medio vaso de agua descontaminada.
–Ochenta y cinco, sin su agua. Algo más de pus en la lengua no me matará.
–Sin agua entonces –concluyó el otro.
Empezaron a caminar en fila apretada. La radiación ultravioleta bombardeaba el rostro llagado del solero.
Acerca del autor:
A la cara - Ramón San Miguel Coca
He sido un aventurero: legionario, soldado de fortuna, algunos dirían que bandido. He combatido en cientos de guerras. He peleado en los más oscuros barrios bajos y en las mansiones más soleadas. He colgado de abismos rocosos, me he perdido por desiertos, selvas y glaciares; y he visitado el fondo de los mares.
Siempre he mirado a la muerte a la cara, y siempre he sobrevivido.
Pero hoy… hoy, por fin, Ella me ha devuelto la mirada.
domingo, 18 de julio de 2010
Tres invitaciones – Héctor Ranea
¿Cómo puede uno negarse a las invitaciones de la muerte? Esto que sigue es un breviario para mantener la mente despierta, el seso hábil. Son sólo tres posibles caminos que la muerte elige. No aseguro que no haya más.
Primera invitación:
La muerte invita a las moscas a desayunar tu saliva. Evítalo dejando la salivación para más tarde, cuando estés despierto.
Segunda invitación:
La muerte invita a que tus pies abandonen el abrigo de la sábana de la terapia intensiva. Átate los pies como Ulises al mástil.
Tercera invitación:
La muerte trae consigo, lo aseguro, un tablero de ajedrez de nueve escaques por nueve. Además del Rey, la Reina y sus deudos y soldados, está ella. Declárense ignorantes del juego, da algún segundo para que el médico encuentre la salida.
El amor y el sexo en tiempos cyber – Sergio Gaut vel Hartman
—Ay, Padre —dice Margarita ruborizándose—; de verdad no lo entiendo. Tener sexo por Internet será pecaminoso, pero es seguro. No puedo quedar embarazada, por lo que no hay posibilidad de que me tenga que hacer un aborto. Usted supone que mi novio podría ser una lesbiana, pero él se presenta como Macho Pijudo, y para mí es eso. Hay que ser retorcido para pensar que puede ser una tortillera o un gay perverso. Dice que podría ser el demonio y que me está tentando, pero si lo fuera no se le cortaría Internet a cada rato en esos locutorios de mierda… ¡Perdón! Si hasta dice que quiere venir a conocerme, pero no tiene plata para el pasaje. Vive en San Antonio de los Cobres. ¿Le parece que si fuera uno que me quiere prostituir se tomaría la molestia de calentarme tanto? ¡Perdón de nuevo! Ay, Padre, ¿qué hace?
Naufragio - David Moreno
Hace ya tiempo que aquí nadie cree en los milagros, nadie reza ni lanza súplicas al cielo. Tampoco hacen señales de humo, ni miran hacia el horizonte.
Los hombres, en cuanto amanece, salen a buscar leña y a cazar. Las mujeres, a recoger frutos y lavar la ropa al río.
Aquí ya nadie espera.
Por eso, el día en que un barco se aproximó a la isla, pasó de largo sin haber visto nada extraño. Tan sólo se trataba de un pueblo intentando prosperar.
Tomado de: http://nocomentsno.blogspot.com
jueves, 15 de julio de 2010
Cálculo visual - Esteban Dublín
Mariángeles Salgueiro ha descubierto que tiene una poderosísima pero aterradora habilidad. Con sólo mirar a los ojos de una persona, es capaz de conocer, a través de cálculos específicos, todos los sucesos de su vida. Tanto del pasado como del presente y futuro: su edad actual, el año que perdió su primer diente, su número de identidad, la hora a la que se levanta diariamente e, incluso, la fecha y el modo exacto de su defunción. Precisamente, por la exactitud de los pronósticos, decidió exiliarse en la selva con el fin de evitar la visualización de las tragedias. Aún así, lejos de la civilización, Mariángeles avistó de nuevo la fatalidad. Esta vez, la desventura más terrible que jamás había observado. Sin advertir, eso sí, que los ojos que divisó ese día, al lado de un río, eran los de su reflejo.
Prueba de dictado – Sergio Gaut vel Hartman
—Usted ha dejado de ser un escritor.
—¿Por qué?
—Sus microficciones adolecen de un defecto insalvable.
El escritor rió. —¿Porque en lugar de escribir, dicto? No sabe qué maravilloso programa es este.
—Sí, lo sé. Pero no lo decía por eso. Me refiero a que usted se ha vuelto autorreferencial: sólo escribe acerca de escritores que escriben microficciones.
—Se equivoca. Son las microficciones las que han adquirido ese vicio deplorable; yo me limito a reproducir lo que ellas me dictan.
—Entonces… usted…
—En efecto, sólo soy un personaje. —Pareció que la carcajada iba impedir el resto de la frase, pero finalmente pudo completarla—. Pero usted no es ni siquiera eso.
El Inmortal - Marcelo Shulman
La Buenos Aires del siglo 22 y sus contrastes de siempre: “New Baires” flotando brillante y ostentosa, empleados extranjeros llenos de dinero, drogas y ciberinplantes; el resto de la población cartonea como puede más abajo. Un hombre barbudo, de sabia mirada y viejas ropas mira a lo alto sonriendo irónicamente. Muchos se soprenderían si supieran que tiene casi trescientos años…
Sueño 2 - Antonio Cruz
Desesperado, corro por andenes, trepo escaleras, huyo por calles desiertas.Los pasos de mis perseguidores resuenan cada vez más cerca. Cuando me dan alcance comienza la golpiza. Me despierto temblando de pánico. Sé que debo seguir huyendo.
Me preparo con rapidez y salgo sin dar demasiadas explicaciones al conserje.
La noche me engulle mientras en algún lugar ellos continúan buscándome.
miércoles, 14 de julio de 2010
Sí, juro - Raúl Sánchez Quiles
¿Jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? El silencio colonizó hasta el último rincón de la sala y el testigo, cabizbajo, reparó en la suciedad de las puntas de sus zapatos. El público miraba su nuca y compartía gestos callados. Su señoría aguardaba paciente, mientras el fiscal se rescaba con disimulo la pierna y los abogados trataban de ocultar, sin éxito, su impaciencia letrada. El "sí, juro" retumbó solemne, acalló los murmullos y apaciguó las pulsaciones de los nerviosos implicados. Los ojos del testigo se clavaron en las gafas del juez y, en apenas una hora, contestó a todas las preguntas sin titubeos. Como sólo saben hacer los buenos mentirosos.
Tomado de Hiperbreves, S.A.
Tomado de Hiperbreves, S.A.
Chatarra - Marcelo Shulman
2084, año de elecciones, los medios argentinos cacarean pomposamente: “Argentina potencia espacial”, “La Armada Sideral Argentina estrena su primer crucero, el ‘San Martín’” y se deshacen en elogios acerca de su avanzada tecnología. Invitado a la bendición inaugural, un periodista curiosea en la sala de reactores, encuentra una plaquita de bronce oculta y descubre el engaño: “USS Pacific, Wisconsin, 2050”.
Se busca príncipe azul - Víctor Lorenzo Cinca
Durante años la princesa recorrió los reinos vecinos en busca de su príncipe azul pero a todos les faltaba algo para parecerse a la imagen prototípica que ella había ideado de él siendo niña; muy a su pesar, ninguno de los miles de apuestos galanes que encontró durante el largo viaje, solícitos y educados, consiguió cautivarla. Años más tarde, convertida ya en una vieja princesa solterona y decrépita, cayó en la cuenta de su error cuando tras un chequeo rutinario el médico de palacio le diagnosticó daltonismo.
Tomado de Realidades para Lelos
lunes, 12 de julio de 2010
Pura magia - Rosa Beatriz Valdez de Segura
A Antonio Cruz
―Nada por aquí…nada por allá ―dice el ilusionista tocando con la varita mágica la caja de vidrio rectangular, cubierta con un pañuelo rojo.
Hace una inclinación de cabeza frente al expectante público, se arremanga los puños de la levita y muestra el interior de la galera: “Nada por aquí… nada por allá”.
Al retirar el paño de seda, aparece un pez azul de ondulante cola tornasolada, que nada por aquí y nada por allá entre las algas de la pequeña pecera.
Hace una inclinación de cabeza frente al expectante público, se arremanga los puños de la levita y muestra el interior de la galera: “Nada por aquí… nada por allá”.
Al retirar el paño de seda, aparece un pez azul de ondulante cola tornasolada, que nada por aquí y nada por allá entre las algas de la pequeña pecera.
Tomado de En los Esteros
Imagen: Wilno, de Jan Wdowiszewski
Pérdida - Claudio Leonel Siadore Gut
Andrés maceraba su pérdida con cubata de ron, cuando encontró a Nora. La piropeó de lejos, le susurró al oído y se enamoró de ella. La sacó a pasear, le mostró su música y le habló de cicatrices. Le inventó constelaciones, le arregló el cabello. La besó en la mejilla, la mordió en los labios y le dijo que la amaba. Ella lo miró y le dijo que la hacía sentir viva. Él se asustó y volvió a sepultarla.
Imagen: The Man with the Golden Key, de Hubert Hischer
Castigo divino - Víctor Lorenzo Cinca
Cuando supo que Caín había matado a su hermano se enojó de tal manera que de inmediato decidió expulsarlo de la tierra. Y como no tenía otro lugar a mano, lo desterró al Paraíso, que permanecía vacío desde que sus padres se vieran obligados a marcharse.
Tomado de Realidades para Lelos
Tomado de Realidades para Lelos
Imagen: Everybody Fight Against Tuberculosis, de Maciej Nowiki y Sanislawa Sandecka
Amor de tres - Samanta Ortega
Estoy enamorado de una muchacha de veintipocos años y atrapado en el cuerpo de un hombre mayor. Podría ser mi hija, se dice el hombre cada vez que busca que me sienta culpable. Después se calma y me dice que no lo comparte pero que no le queda otra que aceptarlo.
Ayer, acostados por primera vez en mi cama, noté que las manos de la muchacha transpiraban frío. El hombre mayor, antes de que lo arruinara todo, me apartó bruscamente a un costado. Con suavidad la abrazó y comenzó a acariciarle el pelo hasta que se quedó dormida.
Esa noche, no me dejó dormir con ella. Me prometió que, más adelante, se lo agradecería.
Ayer, acostados por primera vez en mi cama, noté que las manos de la muchacha transpiraban frío. El hombre mayor, antes de que lo arruinara todo, me apartó bruscamente a un costado. Con suavidad la abrazó y comenzó a acariciarle el pelo hasta que se quedó dormida.
Esa noche, no me dejó dormir con ella. Me prometió que, más adelante, se lo agradecería.
Imagen: Oaza Restaurant Dancing, de Tadeusz Gronowski
Cambio de planes - Alejandro Ramírez Giraldo
jueves, 8 de julio de 2010
Rejas - Antonio Cruz
Cuando salió de la cárcel decidió estudiar biología.
La noche siguiente a su primera clase de fisiología animal entró en la facultad y abrió la jaula de todos los cobayos.
Él sabía lo que es estar entre rejas.
(Selección Provincial. Concurso Literario Nacional C.F.I. – Año 2004)
Ilustración: "La cárcel", de Javier Clavo
Profeta inexperto - Carlos Feinstein
Moisés dividió las aguas y su pueblo atravesó el río. Sólo el error de cálculo por el cual las aguas cayeron sobre la multitud en la mitad del trayecto, arruinó el majestuoso evento. Dios tardó unos días en volver a tomar la decisión sobre cual sería su nuevo pueblo elegido y un poco más de tiempo para encontrar a un profeta competente.
Sobre el autor: Carlos Feinstein
Sobre el autor: Carlos Feinstein
Ilustración: "Moisés", de Xul Solar
De oficio - Una Pérez Ruiz
Una mañana, un auténtico aburrido se sienta, inmóvil, callado, a esperar que se lo lleve el atardecer, que la oscuridad lo disuelva. Pero ya que el sol cae y sigue metido en su cuerpo, acaba por aceptar que se salvó para siempre del hastío: ahora es un feliz suicida.
Ilustración: "Loco suicida", de José Jaramillo
Literatura – Sergio Gaut vel Hartman
Finalmente se hizo justicia: el Premio Nobel de 2020 le fue entregado a un escritor de ciencia ficción norteamericano; tres años después fue premiado un microficcionista bengalí y para el final de esa década, un ser procedente de un planeta de Aldebarán ganó el trillón de solares gracias a sus neotuits de cien caracteres.
Supervivientes - Raúl Sánchez Quiles
Después del terremoto, los supervivientes salieron a las calles cubiertos de polvo y sangre seca. Caminaban como espectros por las calles rajadas, entre edificios torcidos, jirones de casas y restos de normalidad. Un niño arrastraba un peluche ileso, con el rostro lleno de polvo de cemento fraguado con lágrimas y mocos. Una mujer lloraba arrastrando una chola roja, tres rulos y una clavícula rota. Dos hombres sin zapatos, abrazados como amigos borrachos, avanzaban separados por la línea blanca y quebrada de la calle, sin mirar al chico que, atrapado bajo tres planchas de hormigón, pedía sin fe ayuda con su única extremidad sana. Nadie reparaba en los demás. Todos avanzaban con un rumbo fijo. Buscaban una tele para ver qué había pasado.
Tomado de Hiperbreves, S.A.
Ilustración: "Terremoto" de Fernando Botero
martes, 6 de julio de 2010
Sin remedio - Javier López
—Sois todos una pandilla de aduladores. ¡Mentecatos, que no tenéis personalidad! ¿Cómo queréis que prospere así la empresa? ¿Dónde está vuestra iniciativa, vuestra capacidad creativa, vuestra...?
—Sí, jefe. Le cabe toda la razón. ¡Bien dicho!
—Eso es, jefe. ¡Así se habla!
—Bravo, jefe. ¡Un aplauso para nuestro jefe!
Un aprendiz divino - Carlos Feinstein
Otra vez la arruinó, —gritó el Gran Dei-Master— como va a construir una civilización en un mundo con una estrella G2, lleno de agua, oxigeno y sólido. Nada bueno sale de ahí. Reprobado, como castigo por su falta de atención quiero que escriba en una monografía sobre la evolución de su mamaracho durante varios millones de años y traiga sus resultados para la próxima clase.
Sobre el autor: Carlos Feinstein
Yo te he dado a tu mujer - Javier O. Trejo
Desde que algo se presentía. Desde aquel abrazo de despedida que vuelve en un regreso infinito en cada chau. Desde aquellos tomates partidos y perdidos. Desde aquel apuro que salió apurado y quedó en todos lados. Desde que se fue con vos. Desde que a vos también te dejó haciéndose tuya y mía para siempre. Desde las arenas blancas donde paseamos. Desde que se fue te la di y como se te fue se la diste a otro. Y ahora la llamo y mañana la veré.
¿Me dará alguien a mi mujer?
Vacío perfecto – Sergio Gaut vel Hartman
Se asomó a la ventana decidido a suicidarse. Pero lo que vio fue tan esclarecedor que cambió de opinión: en la ventana alguien había escrito un puñado de palabras. Se estremeció al leerlas. “El escritor se asomó a la ventana decidido a suicidarse pero lo que vio no le permitió hacerlo. Alguien había escrito un puñado de palabras estremecedoras en el vidrio. A nadie se culpe por mi suicidio. Soy plenamente consciente de que si alguien hubiera encontrado el puñado de palabras a las que hago referencia, también habría tomado la decisión de asomarse a la ventana y arrojarse al vacío”.
De cuentos IV - Daniel Frini
Después de que Feroz intentara derribarle la casa y de salvar a sus dos hermanos, el tercer cerdito vio el filón: construye condominios que alquila a los lobos. Los hace de ladrillos, es verdad, pero con materiales de segunda. Son húmedos, fríos y oscuros. Los lobos viven hacinados. Ahora es un cerdo burgués que se aprovecha de la crisis y cobra, religiosamente, las rentas.
Sobre el autor: Daniel Frini
Vuelta de página - Guillermo Rossini
Dejó el libro abierto en la página ciento catorce, donde el protagonista de la novela quedaba encerrado en un departamento, a merced del asesino. Sonó el portero eléctrico y Juan atendió.
—No puedo bajar a abrirte —dijo con voz segura—. Tengo que terminar la novela.
Lo encontraron dos días después, muerto, con un libro sobre el pecho abierto en la página ciento quince.
La última melodía - Esteban Dublín
Camille, un cantautor en auge, ha descubierto una terrible verdad: cada vez que toca su canción más popular, una persona fallece instantáneamente. Al principio no le pareció más que una extraña coincidencia, pero cuando llegaron a sus oídos todas las víctimas que había cobrado en sus conciertos, realmente se percató del peligro de su música. Camille, por supuesto, ha optado por no tocar su melodía de nuevo, pero eso, a la larga, no sirve de nada. La gente pide tanto la canción que las líneas telefónicas radiales han colapsado. Igual que las de las funerarias.
La eternidad - Samanta Ortega
Desde que la eternidad del alma se hizo oficial, los cuerpos dejaron de preocuparnos. En el armario contamos con docenas de ellos para todo tipo de ocasión.
Como nos cuesta bastante reconocernos, ya han abierto universidades para enseñarnos a hacerlo sin tanto esfuerzo. Los que no tienen dinero para comprar un cuerpo nuevo, pueden pedirlo al gobierno mediante certificado médico por mal funcionamiento, pero tendrán que demostrar además que son buenas almas y merecedoras de ello. Creo que con un certificado expedido por la policía basta, pero no estoy muy segura.
domingo, 4 de julio de 2010
Origen del llanto - Esteban Dublín
Lejos, en un lugar inimaginable, un mago poseía un cofre de cristal que contenía todo el llanto del universo. Una noche, mientras el mago dormía, un travieso duende tomó el cofre, lo escondió en su chaleco y huyó con el cristal. Cuando el mago despertó, se percató del hurto y maldijo al ladrón con un poderoso hechizo. Justo en el momento del conjuro, el duende tropezó con una rama y el cofre se quebró instantáneamente contra el suelo. El contenido del cofre, combinado con la ira del mago, se desperdigó multiplicándose por el universo. Desde ese momento, las lágrimas del hombre son como las estrellas: siempre falta una por contar.
Lo de siempre, por favor - Samanta Ortega
Voy a la cafetería de toda la vida a encontrarme con mi mujer.
Después del accidente que tuvimos decidió que era mejor que vivamos separados y que vayamos paso a paso, como cuando éramos novios. Lo bueno es que he logrado que me perdone.
La cafetería de la calle Valcarlos es ideal porque nos conocen desde hace años y porque siempre me cobran un café en vez de dos; una consideración que nunca nadie había tenido con nosotros.
A pesar de que algunas veces insista en querer pagar los dos porque estoy a principios de mes, los empleados se niegan rotundamente, haciendo de cuenta que no han visto a nadie más que a mí. Esa es otra de las cosas que me gusta del lugar, la discreción.
El príncipe, el caudillo - Alejandro Ramírez Giraldo
Soy yo, el príncipe, el caudillo de las huestes del mal, el anticristo. Nací y crecí en una familia humilde y trabajadora. He batallado duro, como el más vil esclavo, porque mi Padre dice que debo aprender a conocer los humanos. Quiero poder para iniciar la destrucción, pero mi Padre dice que debo aprender...
Ahora quiere que lea la biblia. Se supone que debo conocer los argumentos del enemigo, pero no puedo evitarlo y he fracasado innumerables veces. Más de dos mil páginas, letra pequeña, pocas ilustraciones…
Me quedo dormido sobre ella.
Tomado del blog:http://www.minicuento.com/
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
El banquete - Martín Gardella
–Tengo ganas de comerte a besos –dijo el hombre.
La mujer entusiasmada accedió a la propuesta sin dudarlo, ya que el varón y su oferta resultaban atractivos.
Pero el muchacho fue incapaz de dominar, sólo con besos, la sabrosa tentación que le provocaba aquel cuerpo expectante tan carnoso. La muchacha complaciente era tan bella, que él no pudo evitar sentir algo de pena, en el instante exacto en que ese lobo insaciable, que lo posee por las noches, abrió sus fauces.
Tomado de http://livingsintiempo.blogspot.com/
viernes, 2 de julio de 2010
Sueño- Antonio Cruz
Despierta empapado en transpiración y con el corazón desbocado.
Acaba de tener un sueño espantoso. Soñó que la muerte llamaba a su puerta.
Todavía aterrado y temblando camina hacia la cocina, abre la heladera y se sirve un vaso de agua. Agradece el haber despertado.
En ese momento alguien llama a su puerta.
Londres - Héctor Ranea
Carlos cuenta sus paseos por las calles que visitara aquel infame Jack. Estremece oírle como cuando cuenta sus paseos en tren por el conurbano, tal es su potencia narrativa. Si bien las actuales noches de Londres distan mucho de parecerse a las que cobijaban los crímenes del Ripper, dice Carlos que cierto escalofrío recorre la piel al evocar tanta sangre. La sensación es la de que un ala inmensa bate sangre vaporizada entre la nuca y el coxis que se hielan ipso facto sobre uno como si cayera una niebla roja sobre la piel, a pesar de las vestiduras. Supongo que ese vapor llega aún más abajo, entre las piernas.
Paixao da agua- Lilian Elphick
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