domingo, 18 de julio de 2010

El amor y el sexo en tiempos cyber – Sergio Gaut vel Hartman


—Ay, Padre —dice Margarita ruborizándose—; de verdad no lo entiendo. Tener sexo por Internet será pecaminoso, pero es seguro. No puedo quedar embarazada, por lo que no hay posibilidad de que me tenga que hacer un aborto. Usted supone que mi novio podría ser una lesbiana, pero él se presenta como Macho Pijudo, y para mí es eso. Hay que ser retorcido para pensar que puede ser una tortillera o un gay perverso. Dice que podría ser el demonio y que me está tentando, pero si lo fuera no se le cortaría Internet a cada rato en esos locutorios de mierda… ¡Perdón! Si hasta dice que quiere venir a conocerme, pero no tiene plata para el pasaje. Vive en San Antonio de los Cobres. ¿Le parece que si fuera uno que me quiere prostituir se tomaría la molestia de calentarme tanto? ¡Perdón de nuevo! Ay, Padre, ¿qué hace?

3 comentarios:

Unknown dijo...

Pobre quien se conforma con ciber-sexo.
Jamas sentirá el placer de una fragacia, la sensacion que produce una caricia y el compromiso que implica el amor.
Pero de todos modos ¿si le sirve al cura? hay tantas formas de vida como personas hay.

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

Habría que escribir el cuento desde el otro lado. Y, ¿por qué no? desde la perspectiva de un cibercura... ¿Qué tal si aparecen las confesiones por Internet? ¿Y qué tal si aparecen falsos curas, jamás ordenados, pero que no son pedófilos? Hay un universo para explorar allí afuera. ¡Alisten sus naves!

MARIA PIA DANIELSEN dijo...

Hay de todo!! cyberprofetas, cyberpiratas, cyberimbéciles, jaja y de ambos sexos!!
Muy bueno, Sergio!!