El profesor Xjbjzt deambulaba entre los pupitres de los alumnos de cuarto grado.
—Chicos, atiendan. ¿Han traído sus trabajos sobre cómo imaginan la vida en la Tierra? Comience usted, Wadiyh Urki.
—He escrito un cuento profesor.
—Ah bien, puede comenzar a leerlo.
El joven marciano se levantó y desplegó un par de antenitas de lo que se suponía que era su cabeza, una enorme protuberancia viscosa de color verde azulado. Las antenas proyectaron un holograma sobre su escritorio. Entonces comenzó a leer:
—El niño terrícola iba del colegio hacia su casa, mientras pensaba...
—¡No siga, basta! ¿Pensar, ha dicho? —gritó el maestro Xjbjzt encolerizado— ¿Quiere decirme de qué está hablando? ¿Cuántas veces se ha repetido en clase que, de las miles de expediciones que hemos hecho al planeta Tierra, jamás se han encontrado vestigios de vida inteligente? ¡Siéntese y escriba otra cosa!