Dos mujeres que compartían un mismo hombre se presentaron ante el rey Salomón, y aunque una era la esposa y la otra la amante, ambas argumentaban poseer los derechos exclusivos de los favores sexuales del macho en cuestión. Salomón, que era bastante pícaro, recordó un caso anterior muy parecido y ordenó cortar al tipo en dos. —Corten al tipo por la mitad y denle un cacho a cada una. —Así lo hicieron, sortearon las mitades y la amante se quedó con la mejor parte. La esposa apeló el fallo, pero Salomón hizo la vista gorda— ¡Denegado! —exclamó. Él era juez y parte, le había gustado la ganadora y tenía un par de ideas para aprovechar adecuadamente aquella mitad del tipo.
Fotografía: Carmen Carrillo. Potrero chico.
Fotografía: Carmen Carrillo. Potrero chico.