Bebíamos animadamente en el bar un típico viernes de juerga después del trabajo. Ya estábamos ebrios cuando llegó Ricardo. Lo saludamos efusivamente y le pedimos una cerveza. Se sentó, taciturno. Parecía retraído, como si algo le impidiera integrarse en el ambiente. Promediaba la cerveza cuando dejó la botella sobre la mesa y sacó un revólver que traía oculto. Sacó el tambor y lo despojó de siete balas (¡dejó una!), hizo girar el tambor, lo hundió, se puso el revólver en la sien... y apretó el gatillo. Un clic seco, ecoico, que nos enmudeció de terror. Pero no hubo disparo, la bala no estaba allí.
"No es mi día", dijo. Guardó el revólver y continuó con su cerveza.
Tomado de: http://cuentominicuento.blogspot.com
Fotografía: Carmen Carrillo. Chatarra I.
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
"No es mi día", dijo. Guardó el revólver y continuó con su cerveza.
Tomado de: http://cuentominicuento.blogspot.com
Fotografía: Carmen Carrillo. Chatarra I.
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
2 comentarios:
Hola. Pues menos mal que no fue su día. De haberlo sido, más trágico no podría haber sido. Me gustó el contraste.
Un saludo.
Buen cuento. Crudo como la vida misma.
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