Hemos sido alertados por un mensaje de la superficie virtual, a los
ciento dieciocho segundos de que el ordenador central se bloqueara. Un
programa autónomo, funcional en exteriores, notó la presencia del virus
mientras tomaba sol. Más allá de producir la suspensión momentánea de
toda actividad programada -incluyendo el movimiento del mar, los niños
jugando y las charlas de la gente-, el virus tomó la forma de una
bandada de pájaros gigantes surcando el cielo, lo que provocó un
apamplamiento general de los residentes. Gracias a este mensajero, hemos
podido resetear toda la zona afectada y, luego de la desinfección, con
borrado parcial de memoria incluido, confirmamos que el peligro ha
pasado. La matrix continúa trabajando con normalidad.
Sobre la autora:
Claudia Sánchez
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