Poco a poco las acciones cotidianas fueron perdiendo el sentido y aquellos que insistían en “hacer” fueron enloqueciendo pues no encontraban satisfacción por el deber cumplido El aplauso y la recompensa eran resabios de una humanidad de egos ahora perdidos y ya no tenían valor El proyecto Apocalipsis se había iniciado marcando una muesca en la línea del tiempo Un virulento cambio de conciencia fue poniendo fin al engaño y los sentidos humanos ya no tuvieron el deseo de percibir. Cuando estuvo todo listo, simplemente el interruptor cambió de posición
Ahora somos.
El autor: Lucila Adela Guzmán
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