CRÓNICA DE 1348
Cristian Mitelman
Bajó por el cordaje y penetró en la calle que va del puerto a los mercados. Su cola anular no era menos atroz que el pelaje ahumado con indicios de sarna.
Este dolor en las ingles, estos golondrinos que no me permiten conciliar el sueño me confirman que soy un emplazado de la muerte.
La pared de madera está roída. Desde allí me observan dos ojos filosos.
Puede ser la misma; puede ser otra. Sin saberlo, las ratas cumplen la voluntad del Altísimo.
Foto: Vista de Valencia
Este dolor en las ingles, estos golondrinos que no me permiten conciliar el sueño me confirman que soy un emplazado de la muerte.
La pared de madera está roída. Desde allí me observan dos ojos filosos.
Puede ser la misma; puede ser otra. Sin saberlo, las ratas cumplen la voluntad del Altísimo.
Las danzas de la muerte en el imaginario medieval.
Foto: Vista de Valencia
1 comentario:
Casi pude escuchar el chillido de las ratas. Esa imagen de la plaga de ratas dispersando la peste en las calles de la Europa medieval siempre me impactó. Buenísimo.
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