En un último intento desesperado el abogado había impugnado el juicio alegando defectos de procedimiento. La objeción no progresó. Al cabo de dos meses, sólo cuatro horas antes de la ejecución del reo, el letrado recibió una llamada telefónica en la que se le comunicaba que su alegación había sido rechazada.
—El jurado ha fallado la sentencia, —oyó decir al juez al otro lado del hilo.
—Precisamente, —respondió el defensor.
Sobre la autora: Anna Rossell
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