domingo, 2 de noviembre de 2008

Glamour - Alejandro Bentivoglio



El edificio se derrumbó en un abismo de polvo. Todos lo miramos como si agazapado en las sombras hubiese algo más que ese desplomarse en medio de la ciudad. Pero no pasó nada y el tráfico siguió igual y la policía no nos pidió que nos fuéramos porque ya nos habíamos ido diciéndonos que no había sido tan espectacular, tan inolvidable.
No falto mucho para que piso a piso, el edificio volviera a recomponerse, frustrado y de una pieza. Rojo ladrillo de vergüenza.

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