
Una mosca blanca se posó en un olivo milenario de Mallorca. Por fuera, las aceitunas salvajes parecían ser idénticas pero por dentro, en el hueso, un gusano lo corroía hasta devorarlo. Al llegar a la pulpa se metamorfoseaba en un animal similar a una aceituna.
Éstos fueron devorados por gaviotas y las aceitunas mutantes se expandieron por todo el Mediterráneo. El aceite de oliva comenzó a tener mal sabor. Los expertos encontraron que su nivel de proteínas lo asimilaban más a una manteca porcina que al producto vegetal.
La invasión dejó sin olivares a Europa, y ya viajaba por el planeta para apoderarse de todos los olivares. En menos de un año desapareció el aceite de oliva.
Mucho antes que eso, la StandOil sacó una versión sintética del aceite de oliva que se llamó Mosca Blanca.