Las voces no paran en todo el día. “Nadie te quiere, te quieren matar, tenes que hacer algo”, hablan a tus espaldas. Todo el día escuchando las voces, parece que ya se acostumbró a vivir con ellas. Se fue a dormir después de un día agitado, y las voces lo siguen; él, para acallarlas un momento, se medica. Eso hace que las voces lo dejen dormir aunque sea unas horas, pero de nuevo se despierta y están allí: “Todos te odian, tienes que hacer algo, hablan a tus espaldas, te quieren matar. Va a su trabajo, y las voces no cesan, entra en su oficina y las voces lo atormentan más, llama a su secretaria y toma medidas drásticas con sus empleados. Ese día uno de los empresarios más ricos del país despidió a ciento ochenta empleados de sus empresas sin un motivo de consideración.
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Fabián Eduardo Rafael
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