Dejo mi ojo de cristal sobre el
escritorio. Albert está intranquilo: son muchas las ocasiones en que el
lagarto sagrado se ha despertado, dejando su envoltorio sobre los restos
de ceniza de la chimenea.
Ha vomitado a un monstruo -es un lagarto sagrado-. Vuelvo a ponerme el
ojo por la mañana, Albert tendrá todos los datos en 45 segundos. En
verdad es doloroso, otra salamandra muerta y otro animal extraño para el
animalario de Albert y otros monjes milenarios. (El monstruo de ayer
custodia la puerta norte; estamos asustados porque pronto llegará la
amenaza, valgos, bonzos y harcos, estamos preparados para la batalla).
Mi perro Albert duerme con sosiego; mi mesa se acerca caminando. Le
entregaré un sobre lacrado al rey de Birmania, en Algodonosa están
pendientes del ataque mortal del señor de esas fieras: Norte, Sur, Este
y Oeste están en guerra.
Autora: Raquel Sequeiro
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