Setecientos
mil perros coparon la Gran Avenida, seguidos desde las veredas por las
cámaras de Metrópolis Tevé. El gran Can exigía entrevistarse con el gran
Jefe. El gobierno respondió con gases lacrimógenos y balines. Los
quiltros se reagruparon en medio de las calles, interrumpiendo el
tránsito y mordiendo a los policías. La ciudad era un caos, en todas
las comunas se replicaba el movimiento. Comandos espontáneos de perros
destrozaban los neumáticos de los coches públicos. Luego, comenzaron los
saqueos. En cinco minutos un supermercado era arrasado, en seguida la
acción se repetía a kilómetros de distancia. Finalmente, el presidente
abandonó su despacho y accedió a entrevistarse con el Gran Perro Negro.
Pero éste no quiso recibirlo. Su objetivo era dialogar con el verdadero
Jefe, la mascota de la casa de gobierno. Sin intermediarios.
Autor: Christian Lisboa
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