—Una desgracia con suerte— exclamó Wilmar, cayendo en una especie de arboleda, pero esponjosa, se sintió envuelto y arropado
Siempre pensó que no hacía otra cosa que estar cayendo, pero esta vez fue de verdad, caer es como correr rápido, muy rápido hacia abajo.
Se despertó luego de la explosión en un el lugar suave y acolchonado.
—Una desgracia con suerte—gritó contento, eufórico con la impunidad de sentirse solo sin que nadie lo estuviera escuchando.
Una suerte con desgracia, pensó mientras miraba a Wilmar; comer humanos siempre le caía mal, pero,como decían en su planeta “ para el hambre no hay humanos ”,mejor sufrir porque te cayó mal alguien que por hambre, se dijo, contento pero sin euforia, sin gritar.
Emergieron lentamente púas filosas, hambrientas.
Una suerte con desgracia, volvió a decir, mientras esbozaba una leve sonrisa, como lo hace cada vez que está a punto de almorzar.
Sobre el autor: Mario Cesar Lamique
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