La madrugada me regala un firmamento estrellado, alguna nube con forma de duende regordete que guiña un ojo al pasar por sobre mi cabeza, antes de desaparecer en viaje a su reino, el jazmín después de la tormenta ha perdido casi toda su corona; de pronto un aroma golpea mi cerebro, el aire huele a lavanda… el aire huele a vos; mis ojos, mi garganta, mis oídos, se llenan de ese aroma inconfundible, te siento a mi lado; tu presencia me cubre entera, el corazón corre al compás de la sangre bullendo en mis venas; quiero hablar pero al abrir mi boca siento que el aire de mi aliento se ha vuelto lavanda; ya no tengo dudas: te fuiste pero vives dentro de mi.
Acerca de la autora:
Paula Duncan
1 comentario:
Hola, Paula.
Hermoso tu cuento.
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