Sputafuocco Trizbolov, mandoble carnicero del condado de Jatchaturian, se quejaba desde 1946 porque no autorizaban a su habilidad como deporte olímpico. Decía que nadie hubiera podido ganarle en los cien metros llanos si aplicaba mandoblazos a los oponentes con su destreza sin par. Declaraba también que podía ganar jugando él solo al básquet e incluso al fútbol. En el Centro Jatchaturiano de Deportes no le daban demasiada importancia hasta que pretendió demostrar dichas habilidades en las escuelas zonales, aunque estaban seguros de que a su edad ya no podría hacer daño con la tremebunda espada curva. Eso fue hasta que intervino en tenis femenino. El último mandoblazo, que coincidió con el primero de Don Trizbolov le bajó la pollerita a la competidora. Ahí nomás el tape Gutiérrez, novio de la mencionada, le descerrajó una carga completa de AK-47. Se terminaron las quejas del mandoble carnicero del condado de Jatchaturian.
Sobre el autor: Héctor Ranea
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