Un par de piedras planas encastradas en los ojos, de azabache puro para que condujeran mejor las imágenes, y un decodificador sobre la frente, conectado al ordenador, era todo lo que necesitaba para crear sus películas. Durante el día había demasiados estímulos que le impedían concentrarse. En cambio de noche, cuando todo se aquietaba y caía en el sueño profundo, su imaginación se disparaba formidablemente, proveyéndole las mejores historias. No podía saber que la píldora para dormir que había comenzado a tomar provocaba pesadillas. Como tampoco llegó a saber que en su inconsciente vivía un asesino. Las autoridades destruyeron el aparato por seguridad.
sábado, 16 de abril de 2011
Realismo onírico - Claudia Sánchez
Un par de piedras planas encastradas en los ojos, de azabache puro para que condujeran mejor las imágenes, y un decodificador sobre la frente, conectado al ordenador, era todo lo que necesitaba para crear sus películas. Durante el día había demasiados estímulos que le impedían concentrarse. En cambio de noche, cuando todo se aquietaba y caía en el sueño profundo, su imaginación se disparaba formidablemente, proveyéndole las mejores historias. No podía saber que la píldora para dormir que había comenzado a tomar provocaba pesadillas. Como tampoco llegó a saber que en su inconsciente vivía un asesino. Las autoridades destruyeron el aparato por seguridad.
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