La de los días de lluvia era diferente, mimetizaba con la suya: no era una tristeza solitaria. La de los días de sol era mucho más dolorosa, desgarradora su ausencia, hiriente su distancia, absolutamente muerta su mirada. Salió a la calle, sin paraguas, nadie podría distinguir entre la lluvia y las lágrimas.
Sobre la autora: Isabel María González
1 comentario:
Breve, duro y genial.
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