Se escucha el revólver, la triste detonación de un recuerdo que creíamos lejano. Calla al mismo tiempo, el vecindario y la lluvia: de las escaleras se descuelgan hombres como pájaros, voces letales como sentencias tempranas. Miro mis pasos que recorren un pasillo, se abren ante el polvo, desprenden la claridad y vuelven de una sombra en donde ha caído la muerte para siempre. Escucho el lamento de mi esposa, veo a mis hijos que juegan en el cuarto aledaño y evoco la luz que me olvida por un instante. No me dirigen la palabra ni la vista. Intento gritarles pero es inútil. Salgo huyendo de allí, pero en el patio el cielo es una mirada desleída por el sol.
El mundo entonces me recibe con un olor a tierra húmeda, casi inexistente cuando cierro los ojos para caer vencido.
De
Recordatorio en un estanque
Acerca del autor:
José Antonio Iñiguez Narvaez
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