lunes, 6 de septiembre de 2010

Días que se escapan – Victoria Peralta Wagner


“Hoy no parece sábado”.
Decía eso, lo pensaba. Hoy no parece sábado. Y no, de hecho no parecía.
Corría todas las semanas; martes, jueves y sábados; uno que otro lunes quizás. Pero ahora corría y no parecía sábado y, aunque no sabía bien que día podía llegar a ser, tenía la sensación de que no hacía falta saberlo. De repente vivir sin días estaba bien. Vivía sin días porque sabía que cuando los quisiera de vuelta podía pedírselos a alguien, tomarlos prestados, volver a la rutina y quizás recuperar los suyos si le gustaban.
Sus días ya no eran suyos del todo, lo eran pero no enteros. Ahora eran muy de otra persona, muy de él. Muy de los dos cuando se veían. Pero se olvidaban que era sábado. Se olvidaban de la hora y podían ver atardecer o amanecer indiferentemente, riéndose, despeinados.

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