De repente, como por arte de magia y muy poquito a poco, cada una de las cosas que formaban la realidad que él tenía alrededor fueron desapareciendo muy lentamente. Lo hicieron, primero, las mesas y sillas que recorrían aquella plaza de punta a punta. Después, los silenciosos árboles que la custodiaban y todas aquellas personas que bebían o bailaban entre sus concurridos confines. Desde arriba, lo hicieron también las estrellas que, centelleantes, la alumbraban sin cesar con su inagotable brillo.
Segundos antes, dos inocentes miradas se habían cruzado entre las más de mil millones de probabilidades que tenían de hacerlo.
Tomado del blog Microrrelatos a peso
1 comentario:
"...mesas y sillas que recorrían aquella plaza ..."
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