Había una vez un hombre en el Reino de Qi que tenía sed de oro. Una mañana se vistió con elegancia y se fue a la plaza. Apenas llegó al puesto del comerciante en oro, se apoderó de una pieza y se escabulló.
El oficial que lo aprehendió le preguntó:
—¿Por qué robó el oro en presencia de tanta gente?
—Cuando tomé el oro —contestó—, no vi a nadie. No vi más que el oro.
Tomado de "121 fábulas chinas"
1 comentario:
Muy bueno.
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