Se colgó de mí, literalmente. ¿Cuántas veces había soñado yo con que esto sucediera? Ella, rubia, insolada por dentro por el alcohol, enamorada de quien pudiera sostenerla sin ensuciarse su mínimo corpiño de seda. Burguesa, limpia, perfumadita cachorrita de buenas personas, mediana edad, sin el zapato izquierdo, maquillaje deshilvanado, busto feraz. Se colgó de mí. Me dijo
—Llevame donde quieras, pero fuera de aquí.
Me hubiera encantado acceder a su pedido, la llevaría al mismísimo infierno, si no fuera que estábamos ahí y ella era la carcelera.
Sobre el autor:
Héctor Ranea
7 comentarios:
Usted puede describir el infierno en muy pocas palabras, Ranea. ¿Será nomás, como dice el Tordo Aparicio, que estuvo ahí y regresó para contarlo?
Usted se refiere al Tordo Aparicio El Ligero? A ese lo tenemos bien junado. Entra y sale como le da la gana, pero un día lo vamos a agarrar...!
No, me refería al otro Tordo Aparicio, o Aparicio Bis, también llamado Aparicio al bis por culpa de un corte experimentado una vez que viajó al Estado de Israel y quiso hacerse pasar por sabra, él sabrá por qué.
Héctor, esta visión de las cosas es la que más me gusta leer de vos. Quédé sin palabras cuando lo leí.
Bueno, tan sin palabras no te quedaste, Cristian. Mandaste 21 y bastante bien ordenadas, por ser la únicas que pudiste rascar del fondo del frasco.
En breves palabras, me ha gustado una barbaridad. Enhorabuena, Hector.
Les agradezco los elogios a los concurrentes. Me quedo sin palabras yo, a no ser las que tengo para contestar sobre los avatares de Aparicio Bis, conocido heterodoxo del Gran Boreal, un vaso de pisco legendario que robó del Museo Nacional de Jerusalém en 1923 cuando se hizo convertir al judaismo para poder acceder al Boreal. Dicen que todavía está bebiendo pisco pero mientras lo hacía engendró varios vástagos y vástagas. Alguno podría ser la chica de pelo de fuego, pero falta confirmación de la mossad
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