Ordené
que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió mis
órdenes. Así que fui al establo yo mismo, le puse silla a mi
caballo y lo monté. A la distancia escuché el sonido de una
trompeta y le pregunté al sirviente qué significaba. Él no sabía
nada ni escuchó nada. En el portal me detuvo y preguntó:
—¿Adónde
va el patrón?
—No
lo sé —le dije— simplemente...
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