Tome un cuchillo bien filoso y hágase un leve corte en el brazo. Si mana sangre y experimenta dolor es porque aún está vivo. Desinféctese la herida y véndese bien. Si persisten sus dudas, usando un encendedor, vela o fósforo encendidos, acérquelos al otro brazo. Deberá notar un agudo ardor. En ese caso, aplíquese una pomada para quemaduras.
Si todo lo anterior no lo ha convencido de que usted no es un zombi, vaya al galpón o donde se le ocurra guardar las herramientas y busque un serrucho, apóyelo en el cuello y mueva la herramienta con firmeza hasta que logre separar la cabeza del resto del cuerpo. Después de eso, finalizarán todas sus incertidumbres y demás conflictos existenciales.
Acerca del autor:
María del Pilar Jorge
3 comentarios:
kskjn anllh ue83jN KLNASXLK LSANÑ JKSAX knmsh737nem omx (Comentario después de hacerlo)
Sobre el comentario de Cristian:
1) Pensé que era un mensaje spam de esos que se cuelan algunas veces e iba a borrarlo hasta que vi su avatar.
2) Una vez comprobada la identidad del comentarista, me reí muchísimo.
3) No sé si tomar el cuento como un manual de instrucciones o como un sarcasmo como nunca le había visto a María. Si hago lo primero, acabaré como Cristian. Si hago lo segundo, solo me queda aplaudir. Plas, plas.
Cristian, Javier, gracias por la lectura.
Javier, el cuento es un sarcasmo.Agradezco tus aplausos, me costó mucho esfuerzo que se notara cuando quiero ser sarcástica.
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