martes, 6 de diciembre de 2011

¿Será verdad? - Héctor Ranea


El ingenioso hidalgo estaba pasándola lo más bien con Dulcinea, cuando entendió que ella estaba volviéndose lo que era en realidad: una zombi. No tuvo tiempo de esquivar la dentellada y perdió un buen par de hectogramos de seso en el ataque. Después de eso se dedicó a la lectura y sus famosas aventuras. El casco se lo puso para disimular el agujero.

2 comentarios:

Javier López dijo...

Jajajajaja, ¡¡¡eso no es lo que cuentan en La Mancha!!!!

Ogui dijo...

En La Mancha hay un silencio cómplice. Y eso.