Se sentó en el borde de la acera, se estiró las orejas, se lamió un par de veces la herida de la pata. No sé si era un perro o un hombre. Cuando llegué de la luna vi tantas cosas raras acá abajo que me decidí a correr y volver a mi nave. Yo podía ser un perro verde, pero nunca descansaba en las aceras como si tal cosa.
Sobre la autora:
Raquel Sequeiro
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