La mujer dormitaba, mientras en su mente se reconstruían los
episodios ocurridos cuando tenía veinte años. Pero los recuerdos no
venían solos: un suave zumbido ronroneaba en sus oídos, acompañado por
una sensación de textura eléctrica, como si estuviera volando por debajo
de una línea de alta tensión. Inmersa en un sopor semejante al que se
logra con un baño de inmersión, Karla esperó que la sensación pasara y
mientras lo hacía, trató de anclar en una imagen positiva, agradable. No
pudo concentrarse en el rostro de sus hijos, ni en el de su esposo.
Intentó relajar los músculos (que cada vez denotaban más tensión) y
visualizó un prado virgen. Pero, nada cambiaba.El zumbido persistía. La
luz que aparecía y desaparecía. Un flash, el shock, y finalmente la voz
del médico:
—La hemos resucitado Karla. Tranquila. La trasladaremos a la sala de cuidados intensivos.
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