¿Qué clase de narrativa podemos considerar si nuestro Universo se yergue a pocos parsecs de las Pléyades, que pronto serán partículas de un fragmento minúsculo de la nada? ¿Qué clase de conciencia, si la hubo, nos pudo haber puesto vivos bajo esta luz tan bella como mortal? ¿Qué concepto de la creación, de la bondad, intolerable, por cierto, pudo haber puesto nuestra vida en riesgo desde que nació este pobre planeta tullido? No se puede hacer una narrativa de esto. No bien comience a escribir, estallará alguna de estas estrellas inestables o comenzará a hacerlo. Si no comienzo también puede suceder. El futuro es triste, enorme y vacío. Nada se puede decir, nada se puede hacer. Nadie quiere siquiera leer. ¿A qué propósito si al leer podemos hacer estallar el planeta? Sólo esperar, comer las frutas y soñar, soñar.
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Héctor Ranea
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