—Es un organismo vivo y un potente ordenador. BioElectrónica en estado puro.
—¿Puro?
—¡Sí!
—¿No tiene órganos, ni excrementos, ni fluidos viscosos?
—No.
—¿Químicamente puro?
—Sí.
—Veo que ha nacido, pero… ¿crece?
—No, ¿para qué? Tiene memoria y velocidad de sobra.
—¿Se reproduce?
—¡Ja, ja, ja! De momento, no.
—¿Muere?
—Lo mantendremos vivo… indefinidamente.
—Entonces está aséptica y puramente muerto. No es BioElectrónica. —Pulsó el botón y entró un organismo cibernético en forma de robot-secretaria (por cierto, químicamente impura), a quien ordenó:
—¡Que pase el siguiente!
Acerca del autor:
José Enrique Serrano Expósito
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