La radiografía es una nube borrosa llena de manchas. Diego no tiene idea siquiera qué lado va para arriba, pero el doctor Llorente sí sabe.
—Incurable, Diego. Irrefutable, la radiografía.
Las palabras de Llorente le suenan también borrosas. Algún rincón de su cabeza se encarga de que la lengua pregunte: ¿Es seguro? (Sí). ¿Hay alguna otra opción? (No). Por las dudas, ¿no vale la pena hacer otros estudios?
Mientras la cabeza se encarga de las preguntas, Diego piensa: es injusto. Diego piensa: es muy pronto. Diego piensa: no es verdad. No está pasando. Es un mal sueño, ya va a pasar. La cabeza y Diego preguntan juntos: ¿Por qué?
El doctor, paciente, vuelve a explicar que la radiografía muestra extensas ramificaciones que ya no pueden ser…
—¡No! —grita Diego—. ¿Por qué a mí? —El doctor Llorente lo mira fijo—. ¿Por qué a mí?
—¿Por qué no?
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Fran Macjus
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