Algunos predican la libertad animal. En un extremo es una vida libérrima en las ciudades de animales vagabundos, tratando de darle algo de naturaleza a la ciudad inhumana.
Algo de eso hice sin darme cuenta, al poner el vaivén en la puerta en la terraza de mi casa liberando a mis gatas. Algo así entendieron ellas que, prefiriendo techo, comida y amor, siguieron durmiendo en los mismos sillones.
Sobre el autor: Juan J. Catalano
Sobre el autor: Juan J. Catalano
No hay comentarios:
Publicar un comentario