Había una caja de música, una caja de música verde, con los bordes deslucidos y las tapas gastadas, era, no obstante, mi caja favorita, en ella atesoraba cucarachas. No podía llevarla a ninguna parte debido a que dejaba de sonar y las cucarachas morían por falta de música, la música es pues una de mis pasiones frugales. Añoro los días en que esa caja de cuerda antigua era una caja para guardar cucarachas.
—Abuela, ¿cuándo se convirtió en una caja de estas? —Le da unas cuantas vueltas.
—Hace poco. ¿Conoces al relojero?
—Lo conozco. —Se quedó pensativa—. Es el relojero loco —dijo, frunciendo el ceño.
El relojero vive después de los humedales.
Cierto es que funciona raro y que la cuerda dura eternidades.
—¿Loco por qué?
—Porque le da sus tuercas a los relojes.
Acerca de la autora:
Raquel Sequeiro
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