Nada plácidamente entre ballenas que meditan; los sonidos, como ronroneo de gato, son graves y cadenciosos. Pero, las vibraciones se tornan cada vez más disonantes, molestas. De pronto, espasmos sibilantes le lastiman los oídos porque ahora está en la sabana y un elefante barrita furioso. Huye despavorida, tropieza y cae junto a un cerdo que le gruñe ruidosamente al oído.
Se despierta, observa con fastidio a su marido que duerme boca arriba y le da un codazo.
Tomado del blog
Ni vara ni cuchillo
Sobre la autora:
Mónica Ortelli
1 comentario:
Buen desenlace! me gustó.
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