Landru caminaba con gesto grave y adusto por las calles de Gambais. Ya había entrado en acción el plan para que lo descubriera Belin, pero no se había dado cuenta de que el número de mujeres muertas no era primo.
—¡300! —murmuró—. ¿Cómo dejé que se me escapara la 301?
La Rue de Rochechouart estaba demasiado convulsionada esa mañana. Estaba seguro de que lo atraparían sin haber llegado al número primo. Trataría de convencer al fiscal de que sólo fueron once.
—Al menos once es primo —se dijo.
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Héctor Ranea
2 comentarios:
¡Que bueno, don Ranea! tan certero!
Gracias, Ada Inés!
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