—Los perros vomitan siempre ¿qué tiene de raro?
—Este tiró unos cuantos sacapuntas.
—¿Sacapuntas? ¿Y estaban los bibliotecarios?
—¿Cómo lo sabías? ¿Los viste vos mismo?
—Como si los hubiese parido.
—¿A los perros o a los bibliotecarios?
—Es que hoy por hoy no se consiguen sacapuntas en ningún lugar salvo las bibliotecas.
—¡Mentira! Yo estuve en una que no tenían ni los libros.
—A veces faltan los libros porque se los llevan a pasear con los perros. Los perros se tragan los sacapuntas y después del píloro se atragantan y los vomitan. Pasa que en esa operación se van bibliotecarios de todos los géneros.
—¡Cosa de Mandinga!
—Más o menos. Eso pasó en varias bibliotecas de mi barrio, que no es Mandinga ni nada. Somos sólo piratas. Eso.
—¿Qué contrabandean?
—Bibliotecarios, claro.
—Claro.
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Héctor Ranea
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