Se despertó sobresaltada, cubierta de sudor y ahogando un grito. Poco después, giraba la cabeza hacia la izquierda; él se hacía el dormido, estaba con los ojos cerrados pero tenía en el rostro una sonrisa burlona, dañina, hiriente y ostentosa.
Estuviese dormida o despierta, él era su pesadilla.
Tomado del blog
Microrrelatos al por mayor
Sobre la autora:
Luisa Hurtado González
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