—Mambrú se fue a la guerra, chiribín, chiribín, chinchín; Mambrú se fue a la guerra y no sé cuando vendrá —canturreaba la Farolera, novia de Mambrú. Pero pasados diecinueve años, harta de esperar su regreso, salió a buscarlo por los campos de batalla, con tan poca fortuna que tropezó apenas hubo salido de su casa, se cayó en la calle, se levantó a duras penas y siguió caminando. Al pasar por un cuartel se enamoró de un coronel que había actuado en la represión ilegal, y aunque ella no lo sabía fue el que torturó a Mambrú hasta matarlo. Porque lo cierto es que Mambrú no se había ido a ninguna guerra convencional sino a pelear en el Ejército Revolucionario del Pueblo y no lo hizo porque sus ideales políticos lo hubieran impulsado sino porque estaba harto de la Farolera y no sabía cómo sacársela de encima.
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Sergio Gaut vel Hartman
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