El platillo volante se situó entre dos coches negros. De su interior, ante la expectación de las gentes que poblaban la extensión verde, coronadas de pequeñas piedras blancas; aparecieron dos figuras antropomorfas de exagerada cabeza. Mientras todos se asombraban del primer contacto, los dos seres entonaron una canción de despedida junto al lado de una fotografía de un personaje de pelo cano sonrisa benévola y gafas de carey.
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