Los perros vieron una luz potente en el campo y comenzaron a ladrar. Un raro espécimen apareció en medio del resplandor y caminó hacia el casco de la estancia. Alertado por los ladridos, el capataz salió a enfrentarlo. El intruso, advertido de su superioridad física, no se dejó intimidar; si el informe de inteligencia era correcto, nadie en la Tierra podría vencerlo en la lucha cuerpo a cuerpo. Pero el informe contenía algunas omisiones; los terrícolas no peleaban siempre cuerpo a cuerpo, menos para defenderse del ataque de un desconocido en plena noche.
Eso lo supo cuando sintió que la munición del Remington le perforaba el corazón.
Sobre el autor: Luciano Doti
1 comentario:
Cruel.
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