El avión que alquilamos se apagó en pleno vuelo. Cuando caímos en picada, Yanina, en lugar de gritar y sostenerse de su butaca, llamaba al 0800 y puteaba con la boca de una persona criada a la que te dije. Mientras el piloto se partía los brazos intentando nivelar, vi una formación de patos que se reían de la situación: deduje que en esos instantes críticos las realidades e ideas terminan por tergiversarse. Nosotros también cambiamos en el límite ¿o no? Cambiamos y trastocamos su lado predominante. No olvido la risa del pato. Tampoco a las víctimas del accidente.
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Cristian Cano
4 comentarios:
Hola, Cristian.
Como siempre, muy bueno.
Gracias, Nélida. También me gusta leerte.
Qué mala onda el pato! Qué buen final Don Cano!
Gracias, Ada. Hace rato que no escribimos nada a cuatro manos.
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