Durante los últimos diez días, cada vez que había ido al baño (y fueron muchas), la bronca y la decepción la hicieron gruñir “¡Mierda!”. Por lo cual esa mañana, al encontrar la mancha rojiza en su ropa interior, sonrió aliviada y, al recordar que era 28 de diciembre, pensó: “¡Qué loco! Creo que Dios se está riendo y me dice ‘Qué la inocencia te valga’ Jaja.”
Pero una lágrima que brotó espontánea contradijo su pensamiento.
La autora:
Carmen Belzún
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