San Juan y Boedo, santo de los cielos perdidos, vagaba al son del bandoneón que tenía en sus sandalias. Melancólico o aburrido, se lo solía ver cerca de las vías en Lanús. Casi pierde la condición angelical cuando se supo que se juntaba a comer muy a menudo con San Fainá, conocido por su glotonería.
Acerca de Héctor Ranea
2 comentarios:
un tango surrealista, el primero de la historia, por lo menos para mí...
¡NO! Está al menos Balada para un loco, de Ferrer. Este no sé si llega a surrealista, ¿le parece, Titán?
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