De todos los empleados que duermen en las oficinas, yo soy el único sonámbulo que aún sigue trabajando. Esto me ha ganado varias recomendaciones de mis jefes y estoy seguro que el ascenso es inminente.
Hoy por la mañana, justamente, le decía a González que no me sorprendería que el mismísimo Gerente General deje una almohada en mi escritorio para mi solo.
Tomado del blog: Memorias del Dakota
Sobre el Autor: Alejandro Bentivoglio
Imagen: Dominion Building, de Laurazee en deviantArt
5 comentarios:
jeje...a eso llamo la ley del menor esfuerzo...
muy bueno Alejandro...
Yo lo llamo burocracia onírica o cómo ganarse un lugar en el infierno y descubrir que lo que a uno le gustaba realmente era el purgatorio.
No sé si ahora tengo más ganas de dormir o de trabajar. Aunque, pensándolo bien, me dan ganas de seguir leyendo otras micros. Muy buen relato.
¡Una almohada de oro ahí! Muy bueno, Bentivoglio...
gracias por los comentarios! siempre me pareció curioso como la gente se queda dormida en los escritorios de las oficinas, al menos en mi línea de trabajo que es el de la carga masiva de datos en pc. yo mismo me he quedado dormido tipeando números de documentos de vaya a saber quién, jeje.
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