En el piso de arriba viven personas que no conozco. También en el piso de abajo. Nada me costaría inspeccionar, pero, sin embargo, la idea de la simple movilidad me estanca a este puesto de observación. ¿Qué puedo hacerles? o ¿Qué pueden hacerme? Quizás nunca lo averigüemos, quizás alguno de ellos, alguno de todos esos cuyos pasos percibo, se acerque y busque en mí lo que yo no encuentro en ellos, esa palabra en medio del vacío, ese mirarme a los ojos y descubrirnos, tal vez todos quietos, aferrados junto a la pared, pretendiendo saber qué estamos haciéndonos todos aquí, en este anónimo lugar donde reposamos diariamente.
Tomado del blog:
Memorias del Dakota
Sobre el autor:
Alejandro Bentivoglio
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